martes, julio 07, 2015

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En unas horas estaremos de regreso en Lima y nos esperan horas de mucho ajetreo en vistas de la próxima FIL. 
Si bien es cierto que los días en esta ciudad no han sido del todo ideales, porque entraron a tallar temas políticos de coyuntura local, como también una falta de seriedad en la logística de la feria, debo decir que sí la pasé bien. Conocí buenos lectores, como lectores de este blog, escritores que había leído y a los que jamás había dirigido una palabra, tal el caso de Óscar Malca, y encontrarme con personas que no veía en años y conversar con estas como si nada hubiera pasado, como Carlos Yushimito. 
Obvio, si uno está en Arequipa, no puedes irte de la ciudad sin antes comer bien, porque en esta ciudad hay muy buenos motivos para hacerlo y todo gusto es más que justificado, pienso pues en el chupe de camarones de La Típica, al que llegamos luego de averiguar que La nueva Palomino no atiende los martes, que sirvió de pretexto para caminar por las empedradas calles de Yanahuara y contemplar la ciudad desde la vista que ofrecen sus hermosos arcos. 
Cuando me disponía a regresar al hotel para descansar porque mi vuelo sale a las 5 y 40 de la mañana, me llama una señorita de Avianca, que me pide escanear y adjuntar el voucher por el sobreprecio que debimos pagar por el adelanto del vuelo de regreso. Bien comido, bien fumado y bien bebido, tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano, contra toda la pesadez física y el sueño incesantes, me levanté a buscar una cabina, que encontré pero no que tenía escáner, y en esa búsqueda estuve cerca de media hora, hasta que di con una que me permitió enviar el dato visual que requería la gente de Avianca. 
Ahora sí en el hotel, analizo lo que haré, no con la librería, sino en los textos que debo presentar y que por alguna razón se me han juntado y a los que no he podido dar el punto final.

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