diarios de Trapiello
Nunca he sido muy devoto de diarios de
escritores. Había leído, sí, alguno que otro referente clásico. Digamos que en
lo último que pensaba comprar ni bien pisaba una librería era, precisamente, un
diario de escritor.
Sin embargo, los intereses cambiaron, y
para bien.
A mediados de 2008 tuve la oportunidad
de presentar al escritor español Javier Alonso Benito en el Centro Cultural de
España, en el marco de Semana de Autor.
La conferencia que ofreció el autor tenía un título por demás llamativo: La literatura del yo en la narrativa
española actual.
Durante la lectura de JAB escuché más de
20 veces el nombre del también escritor español Andrés Trapiello. Pues bien, días
después tuve un interés artificial por Trapiello y le presté una distraída atención
a los diarios literarios (dietarios) en general. Además, por aquella época me
pegué, como nunca antes, a la lectura de no pocos libros de no ficción, hábito
que estuvo a nada de desplazar mi gusto por la lectura de novelas y cuentarios.
Y llegó el momento del acceso a la nueva
galaxia, ocurrió en una gris tarde dominguera de agosto de ese mismo año, tarde
consagrada a escuchar maratónicamente a The Kinks y King Crimson, en la que recibí
la llamada de mi amigo Óscar Pita. Él, en ese entonces narrador inédito, me
recomendó que leyera Dietario voluble
de Enrique Vila-Matas. Cosa que hice al día siguiente. Y tal como su título lo
indica, la publicación tenía el espíritu del diario, pero a la vez un respiro
plástico en cuanto a la escritura como fin en sí misma. Fue un libro que no
solo me sorprendió, sino que me resultó esencial ya que su lectura la llevé a
cabo en un momento signado por una serie de cuestionamientos que tenía con el
ejercicio de la escritura. Y claro, fue la fuerza centrífuga que me llevó a
leer, ahora sí en serio y con voluntad voraz, todos los diarios posibles de
escritores.
Tras una búsqueda relativamente paciente
por librerías de viejo del Centro de Lima, en las que es posible lo imposible,
como encontrar, a saber, ediciones pasadas de Pre-Textos, el destino recompensó
mi persistencia, ya que puso de a pocos en mis manos los diarios de Andrés Trapiello,
como también sus novelas y ensayos. No es que haya leído de corrido los tomos
de sus diarios (cada uno con un título distinto), proyecto narrativo que recibe
el nombre de Salón de pasos perdidos.
A Trapiello lo he venido leyendo bajo el caprichoso ritmo de lo esporádico y
sin esperarlo sus diarios me han revelado a un escritor que no solo deja la
piel en el asador, sino también a un cuidadoso orfebre de la palabra. Sin
habérmelo propuesto, ya conocía buena parte de su obra diarística, que en su
caso, es no menos que abundante y por ello impresionante: 20 tomos, de los que
he leído 15. No exagero, cada vez que me topaba con sus diarios, su lectura
resultaba excluyente, lo que venía leyendo sufría la inevitable postergación.
Lo dicho hasta aquí nos obliga a
formularnos una pregunta, en apariencia sencilla, cuya sola respuesta viene
preñada del aura de la epifanía. ¿Existe en la tradición literaria en español
un proyecto diarístico como el de Trapiello? En lo personal, por más que
investigué, no lo he encontrado. A lo mejor podamos encontrar proyectos
diarísticos en tradiciones literarias ajenas al español, lo que hace de Salón de pasos perdidos no solo peculiar
sino también un proyecto que hoy por hoy se legitima en las infinitas
posibilidades narrativas que brinda el registro del diario y que conocemos
gracias a este proyecto sin meta, sin final y sin fecha de caducidad.
En los diarios de Trapiello no solo hay
espacio para el recuento vital, sino también mucho espacio para la mentira, esa
cualidad axial para la ficción, es decir, lo que encontramos en estos libros de
común denominación genérica, no es más que un constante juego e intercambio de
registros, que le permiten al autor conectar con sus lectores, juego e intercambio
de registros que le han brindado el respiro suficiente para tratar los temas
que le han dado en gana.
Podríamos calificar a este escritor como
un genuino observador de la vida, un hombre de rutina, pero también un
silencioso caminante de la vida, o, la definición que nos ajusta mejor: una
esponja que lo absorbe todo. Esta actitud es la que nutre y potencia sus
diarios, a los que el autor ha decidido llamar “Novela en marcha”. Trapiello no
se guarda nada en sus diarios y esta actitud, suponemos, lo ha posicionado como
un autor polémico, pero también uno que ha logrado que los lectores se identifiquen
mediante sus diarios. Trapiello escribe de sí mismo, pero en especial de los
demás, y es gracias a la plasticidad del registro que se impone más de una
licencia, como nombrar a las personas sin nombrarlas, a las que adjudica una
“X”. Este detalle, a manera de ejemplo al paso, nos refuerza la percepción de
la indefinición genérica de SPP,
porque sabemos que estamos leyendo diarios, pero que a la vez se alimentan de
la tradición de la novela. Pensemos pues en la novela decimonónica, enfocada en
registrar los vaivenes del día a día de una época. Esa podría ser la intención
del proyecto, pero lo que sustenta la intención es la prosa alimentada de lo
mejor de la tradición narrativa española en la que se inscribe.
Pero hay más. Con lo dicho podemos
aseverar que Trapiello es un autor a descubrir para los lectores peruanos, pero
de alguna manera Trapiello ha estado presente en nuestro imaginario de lectores
gracias a los libros que editaba en Pre-Textos. Consignemos también su continua
actividad como articulista y bloggero, eso, por un lado, en lo segundo, nos da
una idea de su disposición por las nuevas formas de comunicación con los
lectores; tampoco no pasemos por alto su faceta como poeta, en la que destacó,
entre varias entregas, con el epifánico poemario Acaso una verdad. Pero esta información sigue siendo insuficiente:
Trapiello es también un ensayista muy reconocido, pensemos en el imprescindible
Las armas y las letras, ensayo con el
que sumergió en los intersticios de la Guerra Civil Española y los escritores
que participaron en ella. Este podría ser uno de sus libros con más
reediciones, y en cada nueva edición no se deja de encontrar información
adicional, nuevos puntos de vista sobre los escritores españoles que se
debatían entre los dos frentes políticos e ideológicos.
Hablamos, qué duda cabe, de un autor
prolífico, de quien venimos escuchando a razón de la reescritura que ha
realizado del Quijote al español
actual. Una proeza que no solo puede ser asumida por un conocedor de la poética
cervantina, sino por un gran amante de la lengua, ergo, por un gran escritor,
al que veremos y escucharemos en la próxima edición de la FIL de Lima.
...
Publicado en Sur Blog.
0 Comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal