domingo, enero 15, 2017

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Mañana de domingo dedicada a ordenar mi cuarto y lo hago mientras escucho The Way de Buzzcocks. De los álbumes de esta banda inglesa, sin duda este es uno de los irregulares, pero también el que resulta ideal para escuchar en el verano. Esa es la fuerza oculta de ciertos álbumes, que pueden permanecer en silencio durante los demás meses del año, pero que adquieren inusitada y mágica importancia en los días y semanas de calor.
Acomodo mis cosas y pienso también en lo que haré el día de hoy. Recoger a mi mamá de la iglesia es un hecho, como también sacar a pasear a Onur, que cada día exige más paseos nocturnos, tres por jornada. De entre los libros que acomodo doy con uno que me viene acompañando en las últimas horas: La ciudad como utopía, publicación en la que se reúne los artículos periodísticos de Sebastián Salazar Bondy sobre Lima. Inevitable no pensar en la tradición literaria de los retazos cuando te topas con libros así, una tradición literaria que ahora nos trae a un Bondy en estado de gracia, y que a uno lo reafirman sobre el poder oculto de esta tradición en paralelo a la supuesta obra mayor.
Sigo ordenando mi cuarto y a medida que pasan los minutos me doy cuenta que mi apuro por tenerlo en orden obedece a que debo tener todo despejado para seguir leyendo, sea este libro de SB, como también Nicotina de Gregor Hens y pegar con la relectura de Diario de Moscú de Walter Benjamin. Entonces, este domingo se pinta de lecturas ajenas a la ficción, pero solo hasta las siete de la noche, hora en la que saldré a recoger a mi mamá. 
Cerca de la una de la tarde salgo a fumar al parque y soy testigo de un hecho peculiar. Veo a una chica y a un pata recolectando firmas entre las puntas que esperan su turno para el partido de fulbito de rigor. La chica con polo blanco y el pata con uno de color morado. Son los recolectores de firmas de Veronika Mendoza y Julio Guzmán, respectivamente. La chica de polo blanco, una morena muy simpática, entregaba una gaseosa por firma conseguida. Pero con el morado, un pata con cara de tapir, la cosa era distinta, los aspirantes a futbolistas y vecinos se acercaban a firmar nomás. Allí está la verdadera radiografía de la realidad, una realidad que debería ser tomada en cuenta por los analistas. Claro, en lo personal, ninguna de estas opciones me genera confianza, pero quien sobreviva a la caldera electoral, cualquiera menos la rata naranja.

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