jueves, enero 26, 2017

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Vuelvo de a pocos a las noticias del día. Y cada vez estoy más seguro de que el escándalo de Odebrecht le ha quitado la valentía a más de un intelectual/artista revoltoso de izquierda. No es para menos, los observo en las mañanas, mientras desayuno mi pan con jamón y queso, jugo de naranja y café. Ahora sus quejas recurrentes son otras, o, en el colmo del cinismo discursivo -apelando al olvido, por ello, a la carencia de autocrítica-, direccionan sus quejas a blancos más fáciles, a saber, las ratas del Apra. ¿O me van a decir que nunca defendieron a Nadine hasta el final?
Felizmente, sus nuevas pataletas me demoran lo que me demanda acabar mi pan con jamón y queso: 3 bocados.
Mientras lleno la jarra con agua, jarra que me llenaré más de una vez, al igual que todos los días, pienso en un texto de ficción que debo presentar a más tardar en abril. Me explico: a inicios de año se puso en contacto conmigo un editor y me preguntó si podía participar en la antología que viene preparando. Le acepté encantado sin preguntarle quiénes estaban en esa antología, aunque el editor me adelantó segundos después algunos nombres.  Al respecto debo reafirmar mi convicción en el poder de la literatura, porque solo en ella puedo estar reunida con gente con la que me sería inadmisible sentarme a conversar, y de suceder esa conversa en un contexto apocalíptico, manifestaría lo mismo que he dicho de cada uno desde este blog, en cambio ellos, y sabiendo que son expertos en la valentía virtual, no me dirían nada, ya sea por cobardes o porque se estarían derritiendo a razón de su trabajada y falsa superioridad moral. 
Horas después aprovecho en ordenar algunas películas en DVD que estaban invadiendo peligrosamente mi escritorio, entre ellas llama mi atención una de Armando Bó, Intimidades de una cualquiera (¿cómo llegó a mi escritorio?, ni idea, aunque imagino que fue en el momento que cogí un grupo de películas sin prestar atención a sus títulos), protagonizada por la actriz de culto Isabel Sarli. Bueno, así la consideran, de culto, y pensé si era o no una exageración catalogarla de esa manera, pero no me hice problemas, las frivolidades tienen un espacio privilegiado en mi memoria cinéfila.

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