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Imposible que no te joda el
archivamiento del caso Figari, e imposible que no te joda más el pacto entre el
Poder Legislativo y la Iglesia, que cuando se lo proponen, son capaces de
limpiar a los suyos sin necesidad de guardar las formas discursivas, haciendo
patente una conchudez cuyo objetivo es la provocación: “no se puede probar que
esos muchachos fueron abusados sexualmente, no se puede, pasó hace mucho
tiempo, además, ahora son hombres profesionales de éxito”, dice el abogado del
pedófilo.
Este es el país de los conchudos. La
conchudez como postura de vida. La vemos en todas las manifestaciones, avalando
injusticias, no necesariamente ligadas al espectro legal, sino también social y
cultural. No es muy difícil analizar esta conchudez, el mensaje y su enseñanza
no pueden ser más claros: si los padres de la patria son un conchudos, ¿por qué
no los hombres y las mujeres de a pie?
Para calmar la furia, tomo el primer
duchazo del día. Al salir de la ducha prendo mi celular y encuentro más
mensajes de lo que suponía que iba a encontrar. Selecciono los mensajes más
importantes, pero esa selección no es más que una criba antojadiza, entonces
decido responder todos en el curso de diez minutos. En uno de los mensajes me
preguntan si me refiero a Gómez en el post 596. Claro, respondo. Y se lo merece
por bajo, huachafo y sucio. Gómez, en lugar de estar tragando y soboneando,
debería comenzar a leer, a cumplir lo que Harold Bloom exige de los académicos:
formarse en las lecturas de los clásicos. Es decir, el maestro ya sentenció: no
puedes considerarte teórico, por ejemplo, no puedes ser un especialista en
Lacan, Foucault y Derrida si no has leído los cuentos de Chaucer, si has pasado
por alto la literatura medieval, si solo sabes por resúmenes El Quijote, si no tienes idea de
Rabelais… Grande Bloom, ese sí es un gordo bueno, admirado, polémico, respetado
hasta por sus adversarios, en otras palabras: un gordo bueno con legitimidad.
Leer a los clásicos, releerlos, frecuentarlos; lo otro, la teoría, vale, sin
duda, pero esta sin la base de la experiencia de la lectura no es nada. Sino,
fijémonos en Gómez, que usa la teoría, en un grado supremo de demagogia y
aburrimiento, para tapar inútilmente lo que su prosa exhibe: el código
efectista del ignorante.
Ya seco y listo para ponerme a trabajar,
una entrañable amiga me pregunta qué película he visto en los últimos días. He
visto varias, pero en la madrugada de hoy vi una que me gustó. No es la gran
cosa, pero es buena. Cumple en su sencillez: God´s Pocket (2014) de John Slattery. Actúan Christina Hendricks
(ajá, ella, la de Mad Men), John
Turturro y Philip Seymour Hoffman.
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