jueves, enero 19, 2017

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Imposible que no te joda el archivamiento del caso Figari, e imposible que no te joda más el pacto entre el Poder Legislativo y la Iglesia, que cuando se lo proponen, son capaces de limpiar a los suyos sin necesidad de guardar las formas discursivas, haciendo patente una conchudez cuyo objetivo es la provocación: “no se puede probar que esos muchachos fueron abusados sexualmente, no se puede, pasó hace mucho tiempo, además, ahora son hombres profesionales de éxito”, dice el abogado del pedófilo.
Este es el país de los conchudos. La conchudez como postura de vida. La vemos en todas las manifestaciones, avalando injusticias, no necesariamente ligadas al espectro legal, sino también social y cultural. No es muy difícil analizar esta conchudez, el mensaje y su enseñanza no pueden ser más claros: si los padres de la patria son un conchudos, ¿por qué no los hombres y las mujeres de a pie?
Para calmar la furia, tomo el primer duchazo del día. Al salir de la ducha prendo mi celular y encuentro más mensajes de lo que suponía que iba a encontrar. Selecciono los mensajes más importantes, pero esa selección no es más que una criba antojadiza, entonces decido responder todos en el curso de diez minutos. En uno de los mensajes me preguntan si me refiero a Gómez en el post 596. Claro, respondo. Y se lo merece por bajo, huachafo y sucio. Gómez, en lugar de estar tragando y soboneando, debería comenzar a leer, a cumplir lo que Harold Bloom exige de los académicos: formarse en las lecturas de los clásicos. Es decir, el maestro ya sentenció: no puedes considerarte teórico, por ejemplo, no puedes ser un especialista en Lacan, Foucault y Derrida si no has leído los cuentos de Chaucer, si has pasado por alto la literatura medieval, si solo sabes por resúmenes El Quijote, si no tienes idea de Rabelais… Grande Bloom, ese sí es un gordo bueno, admirado, polémico, respetado hasta por sus adversarios, en otras palabras: un gordo bueno con legitimidad. Leer a los clásicos, releerlos, frecuentarlos; lo otro, la teoría, vale, sin duda, pero esta sin la base de la experiencia de la lectura no es nada. Sino, fijémonos en Gómez, que usa la teoría, en un grado supremo de demagogia y aburrimiento, para tapar inútilmente lo que su prosa exhibe: el código efectista del ignorante. 
Ya seco y listo para ponerme a trabajar, una entrañable amiga me pregunta qué película he visto en los últimos días. He visto varias, pero en la madrugada de hoy vi una que me gustó. No es la gran cosa, pero es buena. Cumple en su sencillez: God´s Pocket (2014) de John Slattery. Actúan Christina Hendricks (ajá, ella, la de Mad Men), John Turturro y Philip Seymour Hoffman.

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