viernes, enero 27, 2017

"arrival": villeneuve en estado de gracia


Si hay un cineasta al que deberíamos comenzar a seguir, ese cineasta es el canadiense Denis Villeneuve. En la coherencia de su obra, en los circuitos de su tratamiento, ha demostrado que no se hipotecará a los intereses comerciales, aunque esto no quiera decir que se muestre como un renegado de la industria hollywoodense, por el contrario, es parte de esta maquinaria aunque no lo sea, privilegio que solo contados directores pueden exhibir en un circuito por demás carnicero cuando se trata de destazar talentos y poéticas.
Con lo que hemos visto de él, nos basta y sobra para catalogarlo como uno de los más importantes cineastas hoy por hoy en el mundo. Y los hay para todos los gustos, porque su trabajo se enriquece en una serie de temáticas distintas entre sí, cualidad que a más de un colega habrá obligado a tenerlo como referencia, como también a ser considerado como un director de respeto entre los cinéfilos. Pensemos en Polytechnique (2009), brutal recreación de la “Masacre de Montreal”, ocurrida en 1989, en la que dos estudiantes desquiciados asesinan a 14 estudiantes del École Polytechnique, víctimas que exhibían una característica común: eran mujeres. Aquí el director hace uso de recursos mínimos, hasta podríamos decir que estamos ante un trabajo seco, dependiente exclusivamente de los gestos de sus desquiciados asesinos que comparten una misoginia alimentada por la superioridad de sus compañeras del politécnico en cuanto a su futuro estudiantil y, por consiguiente, laboral. Este trabajo le significó a Villeneuve la proyección internacional que venía buscando en el circuito independiente y comercial de su país.
Cuando muchos creían que su futuro estaría en tierras gringas, tuvo que demostrar otra vez su talento. Y lo hizo con la película que es catalogada a la fecha como su obra maestra: Incendies (2010). Al respecto, ningún amante del cine que se considere como tal puede darse el lujo de pasarla por alto. Algo densa en principio, pero magistralmente reveladora en su alcance al radiografiar la naturaleza humana, en especial, cuando esta condición humana se relaciona con la violencia política. Dos hermanos reciben dos sobres de su madre que acaba de fallecer, en cada sobre una carta, que deberán a su padre (que creían muerto) y al hermano por parte de madre perdido en el Líbano. Los hermanos se dirigen hacia el país materno y de esa travesía no solo saldrán hechos pedazos, sino también redimidos en cuanto a la difícil relación que tuvieron con su progenitora.
Tres años después, en el 2013, Villeneuve debuta en el mercado estadounidense con la muy cumplidora Prisoners, que pudimos ver en la cartelera local. Bajo ningún punto de vista podríamos decir que era su mejor trabajo, pero con lo mostrado, se ubicaba por encima de la media de películas que dependen de una fórmula narrativa. Ese mismo año, presenta otra película en su país, Enemy, una parcial adaptación de la novela de José Saramago, El hombre duplicado. Aquí contó también con el protagonista de Prisoners, Jake Gyllenhaal, quien se desempeña en un doble rol, como el historiador Adam Bell y el actor de reparto Anthony Saint Claire. En esta producción Villeneuve manifestó su apegó por personajes quebrados y al borde de la vesania, que ocultan un pasado que solo pueden reprimir en la experiencia onírica, la única capaz de trastocar su inmediata realidad. Por cierto, este dato nos permitirá entender la configuración moral de la protagonista de su última película.
En el 2015, Villeneuve brindó un ejemplo más de su capacidad para narrar sin depender de un genérico recurrente. Hasta el momento, las películas mencionadas del director proyectan una marca de agua que eleva su poética creativa: se hace cargo de proyectos en los que tiene prohibido repetirse temáticamente. Por eso, más de uno manifestó su sorpresa con una película cuyo tópico está en auge en el cine y las series, sorpresa porque se encontraban ante una mirada distinta, pero no menos brutal, del narcotráfico. Sin embargo, el seguidor de Villeneuve no se sentía parte de esa sorpresa, más bien, corroboró lo que podía esperar de él. Para variar, la excelente Sicarios tuvo un paso por demás fugaz en nuestra “maravillosa” cartelera local. Siendo una muy buena película no despertó el entusiasmo de los espectadores limeños, solo de la crítica local que se percató que en la obra de Villeneuve había algo nuevo, una mirada fresca y una capacidad para hacer sencillo proyectos que en teoría pintan de sumamente difíciles.
Eso es lo que hace Villeneuve: hace sencillo lo que no es. Nos sumerge en una nueva mirada a cuenta de géneros ya recorridos y de los que solo podemos esperar una guía de manual. La realidad actual de Villeneuve nos hace recordar a los inicios y posterior consagración de otro grande: Paul Thomas Anderson.
Tal y como me lo comentó una joven escritora peruana: a lo Rodrigo Fresán sobre El fondo del cielo, parafraseándolo: su último trabajo es una película de ciencia ficción sin ciencia ficción.
Arrival (2016), adaptación de la novela corta Story of Your Life de Ted Chiang, ha llegado a nuestra cartelera por cuestión de gracia y desde este espacio sugerimos su visión como si fuera una experiencia excluyente. No hablamos de una obra maestra, aunque esta apreciación bien podría cambiar en los próximos años. No hay que presas de los entusiasmos inmediatos.
¿Cómo narrar un registro del que se ha narrado lo suficiente y con más de una obra maestra en el camino? ¿Cómo contar la llegada de una flota de naves especiales, cada una ubicada en los cielos de doce ciudades del mundo, hecho que genera la alarma de los países líderes y de la población, sin caer en la repetición del género?
La lingüista Louise Banks (Amy Adams) y el físico Ian Donnely (Jeremy Renner) son contratados por la ONU con el objetivo de comunicarse con los extraterrestres y, de esta manera, saber cuáles son sus intenciones. Sin embargo, a medida que pasan los minutos nos percatamos de que la película no es lo que se le anunció al espectador, sino un relato sobre la comunicación. En este sentido, Villeneuve explota el personaje de Adams, que aparte de ser una lingüista reputada, arrastra el luto de una hija que murió muy joven. Hablamos de la configuración de un tipo de personaje afín al gusto de su director, quien, como ya indicamos, es un adepto de almas quebradas, aunque a diferencia de trabajos anteriores (a saber, Enemy), ahora deja en evidencia un discurso sensiblón que bien pudo evitarse. En Banks hallamos los momentos epifánicos de Arrival. Adams sorprende en su rol, sin duda el más logrado de su carrera, puesto que por medio de su personaje, Villeneuve alcanza el artístico nivel emocional que asegura a Arrival como una película diferente a su inicial nomenclatura, convirtiéndola en una feroz introspección psicológica. Además, gracias a la soberbia actuación de Adams accedemos a esas escenas de antología en su interacción con los extraterrestres. Interacción que cualquier espectador con derecho al escepticismo pudo dudar de su desarrollo, pero consideramos que poco escepticismo debió quedar detrás de un proceso comunicacional que apela a la semiótica, pero llevado con un voltaje emocional que la distingue y que, por ende, resulta medular en el curso de la trama. Hablamos de un mérito del director, no todos están en capacidad de administrar inteligencia y emoción.
Como ya sabemos, Arrival compite en la categoría de Mejor Película en la próxima edición del Oscar. Sabemos también que Adams no está nominada a Mejor Actriz. No importa ni lo uno ni lo otro. Al igual que los buenos libros, las buenas películas saben abrirse paso en la esencia de su legitimidad, muy ajenas a las engañifas de los premios.
Consignemos también que Villeneuve ha mostrado en el género de la ciencia ficción que es un director con una mirada nueva. De momento, solo podemos esperar lo mejor de su siguiente proyecto: la segunda parte de Blade Runner.

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Publicado en BS

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