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Creo que las actuales generaciones de
peruanos no olvidarán lo que ocurrió el último viernes.
26 distritos de Lima sin agua a causa de
los huaicos y lluvias, que obligaron a los inútiles de Sedapal a cortar sin
previo aviso el suministro de este elemento básico, al menos para los que nos
bañamos.
En lo personal, puedo aguantar todo,
hasta los insultos de anónimos virtuales, pero no bañarme tres veces al día, ni
hablar. Felizmente, siempre estoy preparado para esta suerte de impases, como
si me alistara para una catástrofe nuclear.
Conversé al respecto con los más talentosos
de los Zepitas, aunque al decir talentosos, solo me refiera a “Jeremy” y “DK”,
no a “Mr. Chela”, ni mucho menos “Frejolada”, que aparte de carecer de talento
y lecturas, matan el tiempo en el cachetadismo a cambio de chelas y pasajes.
Pero también conversé al con otras puntas, diciéndoles que lo del viernes era
cosa de todos los días en las décadas del ochenta y noventa.
Ya era hora que esta nueva generación
entendiera y valorara ese elemento esencial para nuestra subsistencia y les
animé a que colaboren con ayuda para nuestros hermanos afectados. Todo sirve,
sin interesar la cantidad, solo la genuina voluntad de ayuda, puesto que hay
hermanos que lo han perdido todo.
En las últimas horas me estado
informando al detalle de las burradas llevadas a cabo por Trump. Y mientras
leía sobre sus últimas acciones, pensaba en el libro del reconocido filósofo
estadounidense Aaron James, Trump: Ensayo
sobre la imbelicidad, que leí hace no más de tres meses. De James podemos
esperar buena prosa y rigor analítico, sin embargo, en este libro el autor se
dejó ganar por aquel factor que termina beneficiando a tu objeto de crítica, lo
que esta tanto busca en quienes la señalan: la bilis. Pues bien, esta bilis la
vengo percibiendo en no pocos que critican a este fascista del Siglo XXI. En este
tipo de circunstancias es cuando más debemos exhibir reflexión sobre el tema
que nos aturde, no caer en la naturaleza del fascista, que eso es lo que busca,
bilis para contratacarla con cultura barrial. En la reflexión la bestia se verá
acorralada. Ese es el camino.
Cerca de la seis de la tarde me puse a
ver en Travel and Living, en realidad fue un error mío en el zapping, pero me
quedé en ese canal, puesto que pasaban un sugerente concierto de ballet, de
endiabladas mujeres que se movían como si estuvieran poseídas por un espíritu
lujurioso. Ese concierto era parte de un documental, sobre el híbrido que
también ha llegado al ballet, que, según los especialistas del documental, cada
día viene abandonando la pureza de su registro.
Después me dispuse a hacer lo que en
otras situaciones haría los domingos. La razón es muy sencilla: el domingo en
la noche me consagraré al Royal Rumble. Yo le voy a Brock Lesnar. Y
también a la lectura de La calle Great Jones de Don DeLillo.
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