contra el feminismo mainstream
Me despierto algo tarde. Como ya lo he
dicho, los veranos los aprovecho en revisitar lo conocido, ya sea en lecturas y
películas. Leo muy pocas novedades y no presto mucha atención a los estrenos,
salvo una que otra excepción que valga la pena.
Cerca de las seis de la mañana, reviso
mi Inbox y encuentro varios mensajes, todos ellos de mujeres, que me escriben
por consultas específicas o curiosidades. Como tengo sueño, pienso en si es
dable contestarles o no, más aún si atravieso el estado Walking Dead, o, en
todo caso, respondo las consultas e inquietudes después de muchas horas, cuando
me sienta dueño total de mis facultades. Pero no, respondo cada uno de los
mensajes de Inbox y lo hago bien. Pero antes de dormir, me percato de que es el
Día Internacional de la Mujer y corroboro que todos los Inboxs acabados de
responder tienen que ver con este tema, quienes me mandaron los mensajes son
mujeres a las que puedo calificar de mujeres coherentes, luchadoras, con
personalidad y que no le entran en vainas cuando de protestar y defender a la
mujer se trata.
Así como hay intelectuales 2.0 delatados
en la incoherencia, también hay mujeres que se hacen llamar feministas,
campeonas en las redes sociales para enarbolar el grito de guerra en contra el
machismo, denunciando la evidente falta de igualdad laboral entre hombres y
mujeres, señalando a los acosadores, entre otras cosas peores. Además,
completan la estrategia con tours por los sets de televisión, actividad que
gusta mucho de la llamada “gentita”, pero estas feministas callan, entierran el
pico, guardan la furia, abrazan el discurso que relativiza, siempre y cuando el
agresor de la mujer sea parte de la manchita. No pues, eso no es ni activismo,
ni feminismo. Eso es discurso Mainstream.
Felizmente en este país de bellas
montañas tenemos mujeres que abrigan el feminismo por convicción, señalando al
agresor sin importar si este es o no parte del grupo que denuncia. No se vienen
con idioteces de espíritu de cuerpo, ni tibiezas. No se arrogan marchas, menos
ningún tipo de representatividad. A ellas solo les interesa combatir por una
causa mayor, no se obsesionan por llenar hoja de vida con el objetivo de
aspirar a un cargo público o una representatividad política. No se portan como
los sargentos de las comisarías, que ante la primera queja de acoso, cuestionan
la versión de la agredida a causa de su vestimenta, modo de hablar o cualquier idiotez
parecida. Así, pues, como sargento de comisaría, se portaron nuestras
feministas Mainstream ante varias denuncias de acoso el año pasado, ni siquiera
quisieron escuchar a las agredidas, del saque apañaron las conductas virtuales
del acosador, un intelectual barato, de los muchos que abundan en este circuito
intelectual y cultural.
Por ello, mi saludo y abrazo para estas
mujeres que luchan movidas por el principio, heroínas anónimas, y por ello
perdurables.
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