¿y ahora?
Algunos lo señalamos en su momento,
otros se fueron dando cuenta a medida que pasaban los años, y muchos decidieron
persistir en la fuerza de la fe ideológica. Ahora vemos que esa fe ideológica
de poco o nada les sirve puesto que la realidad se les ha estrellado en la
cara.
Si la izquierda peruana no toma posición
al respecto y lleva adelante una autocrítica, pues tendrá que conformarse con
la vergonzosa certeza de que jamás será gobierno.
Lo recuerdo bien: no había amigo o
conocido de izquierda que no considerara al entonces candidato presidencial
Ollanta Humala como la verdadera alternativa de cambio para el país. No
importaba el rango de influencia, todo izquierdista apoyaba esta candidatura, a
sabiendas que sobre Humala había un proceso judicial por violación de Derechos
Humanos. Al respecto, no hay mucho que discutir sobre la anormalidad moral de
la zurda peruana, porque de ser pensante y coherente, como imagino es la
izquierda en otros países, esta candidatura hubiese sido inviable, ni siquiera
puesta en mesa como carta a apoyar. Entonces, se apoyó a Humala teniendo
conocimiento de la mochila pesada que cargaba, mochila que era la metáfora de
las ignominias que critica la izquierda local.
Al respecto, ¿qué decir de los audios
que hunden a Humala a la categoría de asesino que compra testigos para que
cambien su versión de los hechos, para que estos se cambien su testimonio sobre
el “Capitán Carlos” en los años del Conflicto Armado Interno? ¿Es consciente la
izquierda peruana de su chanchada? ¿Acaso no tiene líderes con entereza moral que
sepa deslindar desde ya ante lo que ya es una bomba que dinamita su poca
reserva moral?
Pienso en las mujeres y los hombres
pensantes e intelectuales de la izquierda, no solo en los escritores peruanos,
que apoyaron, desde antes de la primera vuelta del 2011, día y noche esta
candidatura que sabían manchada en sangre. Una reacción se hace necesaria,
aunque sea un susurro alcoholizado de dignidad, por lo menos una impostura
valiente de superioridad moral. Hoy en día, como nunca antes, los principios
morales de la izquierda peruana están cuestionados. Cualquiera se puede
equivocar, pero no se puede estar callado si apoyaste a un asesino.
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