jueves, mayo 04, 2017

anticuchos éticos

No hay día en que no asistamos al horror. Pienso bien mis palabras, porque cuesta sintonizar con las ideas de aquellos a los que criticas, ya sean del mundo periodístico o del circuito político. No le entro en vainas: hemos sido gobernados por un violador de los Derechos Humanos.
Es precisamente en situaciones como esta en las que uno sabe quién es quién el mundillo intelectual peruano. Asistimos pues a la práctica por excelencia de la criollada local: hacerse el huevón. ¿Qué pensaría Mariátegui al ver que sus discípulos que pregonan sus principios apoyaron a un asesino de campesinos? Porque eso es lo que ocurrió: apoyaron a Ollanta Humala sabiendo que sobre este recaían serias sospechas sobre su accionar en la base de Madre Mía entre 1991 y 1993.
Pero las sospechas dejaron de ser tales, ahora asistimos al triste espectáculo de la certeza.
No hay día en que no revise los diarios y portales, a la espera de la autocrítica y de las disculpas de los líderes de opinión de izquierda, pero nada. Cada quien por su lado, en silencio o enfocándose en otros temas, bajo la esperanza de que las nuevas pruebas sobre su otrora líder político sean desplazadas por otras noticias de coyuntura.
En cuanto a los escritores, un par rubricados por el despiste estratégico. El primero, mi causa, mi bro, mi pata, que solo vive para el relacionismo, y de quien espero al menos una autocrítica pública por su apoyo descarado a la campaña del “Capitán Carlos”. Misma guaripolera del equipo barrial Los siete gnomos, hinchaba por Humala y su esposa Nadine, días tras día, hora tras hora, además, en esa propaganda no dudaba en exhibir la valentía verbal que depara el mundo virtual, la que lo caracteriza. Ya pues, “Chiboliné du France”, hay que reconocer los errores, y lo tienes que hacer si es que pretendes seguir hablando en tu autoimpuesta autoridad en tópicos como la violencia política peruana. En lo personal, me sentiría hasta las patas si hablo de la narrativa de la violencia política cuando aposté abiertamente por una candidatura que venía manchada en sangre. Y claro, imposible pasar por alto al chupe de Nadine Heredia, Gustavo Faverón, que ya demostró para qué es valiente y para qué no. De qué le vale criticar al clan naranja de los Fujimori si se muestra incapaz de hacerlo con el sujeto que compró testigos para que cambiarán la versión de lo que en principio declararon ante la justicia, eso: el “Capitán Carlos” era Ollanta Humala. A este resucitado la amistad con Nadine le está jugando muy mal. Lo sabe, pero se hace el huevón: todo discurso intelectual debe guardar coherencia con una actitud ética. Es decir, de nada vale hacerse el bacancito/guachimán de la quinta virtual con tremendo anticuchazo ético en la consciencia.
Vargas Llosa lo da a entender en El pez en el agua: a cualquier imbécil y arribista llaman intelectual en el Perú.

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