lunes, mayo 01, 2017

tablets: ¿solución o negocio?

Una entrevista de la periodista Clara Elvira Ospina al presidente Pedro Pablo Kuczynski (PPK) viene pasando como un hecho curioso cuando en realidad debe generar la reacción de todos aquellos dedicados al sector del libro, de la misma manera en todos los comprometidos con la difusión de la lectura.
En lo personal, huele muy mal lo declarado por PPK. Ante la pregunta sobre cómo acercar la lectura a los niños, el presidente respondió lo siguiente: “Yo creo que hay que darle una tablet a todos y que tengan acceso. Esto de imprimir libros, distribuirlos es mucho más costoso. Con la tablet, con tal de que no se la roben a los chicos, van a poder ver todo lo que quieran. Ese es el camino por el cual debemos seguir”.
Semejante respuesta mereció una repregunta de parte de Ospina, su silencio no iba acorde con la indignada pero contenida sorpresa de su rostro. Pero su silencio no me sorprende.
Claro, si lo hubiese dicho Kenji Fujimori, o cualquier limitado tecnócrata con poder, así sea gobierno o no, las voces de protestas no se habrían hecho esperar.
Ahora, sé que PPK es una persona culta y leída. Pero también sé que el PPK economista es más que el PPK humanista que fue alguna vez. Mas su declaración no la puedo tomar a la ligera, no porque sea un romántico que considere que el hábito de la lectura solo deba darse en la experiencia del contacto físico con el objeto (libro), sino porque esa declaración me revela su atroz desconocimiento de la realidad peruana actual. No solo hay que ser un atento lector de la realidad cada vez que suceden los desastres naturales, sino también hay que ser un lector de esa realidad que no se ve, o llámala la realidad invisible, aún más presente y, dependiendo del caso, mucho más trágica que los desastres naturales.
Entregar tablets a los niños de menos recursos no es la solución al problema del nulo hábito de lectura que penosamente ostenta el país. Más bien es una opción a implementar cuando ya se esté trabajando desde el origen de este mal. Y ese origen, más aún cuando hablamos de niños, no se ataca desde el falso contacto sensorial con la experiencia de la lectura. Además, el presidente peruano sostiene su “solución” al amparo del bajo costo económico que supone el objeto, pero ese bajo costo solo se justificaría cuando ya se haya avanzado en las necesidades básicas que requiere la población de menos recursos, esa población que no tiene servicios de agua potable, ni luz eléctrica, ni escuelas mal construidas, ni bibliotecas distritales.
Como dije líneas atrás, semejante declaración mereció una reacción inmediata y firme, sea por separado o en conjunto, de las instituciones y personas identificadas con el mundo del libro y la promoción de la lectura. ¿Dirá algo al respecto el Ministro de Cultura Salvador del Solar? ¿La Ministra de Educación Marilú Martens? ¿El Presidente de la Cámara Peruana del Libro? ¿Los editores independientes? ¿Acaso los periodistas culturales? ¿A lo mejor los líderes de opinión de las redes sociales? Lo he señalado más de una vez, y por más que intente no ser malpensado, el silencio de esta gente me hace pensar en una cuasi certeza: el intelectual peruano se derrite ante el poder político, más con uno que, dado el momento, lo podría beneficiar.
Por otro lado, una declaración como esta me hace pensar en lo peor que se dice de PPK: su inclinación por el Lobby. ¿A lo mejor ya tiene un vendedor de tablets?

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