hueverismo discursivo
Terminé de ver la serie Billions y la volví a ver desde el sexto
capítulo de la segunda temporada. Si buscas una muestra de degradación, esta
serie podría satisfacer tus afanes autodestructivos.
El día comienza y me pongo a escuchar
algo de Portugal, a la vez que desayuno sano y leo los diarios del fin de
semana. Inevitable no pensar en el silencio de nuestras maravillosas mentes de
izquierda, que despliegan en las redes sociales un discurso por demás huevón y
distractor de la atrocidad cometida por el ex presidente Ollanta Humala. Deberían
aprender del maestro César Lévano, mucho más de izquierda que los llamados a
combatir contra los abusos del prójimo y que no ha dudado en criticar a Humala.
No hay mucho que pensar, aunque para algunos la autocrítica resulte una empresa
oprobiosa contra la imagen. Pero si te equivocaste, no hay nada de malo en
practicar la autocrítica, cuya sola práctica es una suerte de limpia de las
equivocaciones, en especial cuando las llevas a cabo desde las sinuosas
parcelas de la superioridad moral.
Mis causas Gustavo Faverón y Chiboliné
du France tienen que aprender mucho de este hombre, que a sus 93 años es dueño
de una lucidez y nivel intelectual, nutridos desde el rigor generoso del
análisis y en consecuencia con los principios que defiende desde su posición de
izquierda. Lévano enseña, nos alerta del hueverismo discursivo de los falsos
profetas. Si vas a erigirte como la consciencia moral de las redes sociales,
hay que hablar de los temas que no quieres hablar, solo así se construye una
legitimidad a prueba de los señalamientos, con mayor razón cuando de lo que no
quieres hablar está teñido de sangre.
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