mujer que emociona
Hace un par de días, mientras conversaba
con Francisco, amigo librero y declarado izquierdista, este me comentó que pese
a lo que viene ocurriendo con la izquierda en Latinoamérica, sigue creyendo en
sus principios y postulados, a lo que no pude refutar, porque sus piedras
angulares no deben mancillarse por las malas acciones de sus “líderes” de
ocasión. Pero también sabe que poco o nada puede argüir sobre lo que la izquierda
es hoy cuando vemos a miles de amigos venezolanos en las calles limeñas,
sobreviviendo en cuanta actividad se puedan desempeñar. Y claro, compartimos la
indignación cuando vemos a chavistas de café, chavistas de redes, defender lo
indefendible en cuanto a la dictadura que se vive en Venezuela. Sería ideal que
esos trasnochados de la ideología tomen la decisión de ir a ese país y vivan lo
que sus ciudadanos viven día a día, a ver si luego de esa experiencia siguen
manteniendo las barbaridades que destilan desde la comodidad que les depara la
parcela virtual.
En este sentido, resulta no menos que
emocionante lo que viene haciendo Lilian Tintori, convertida a la fecha en la
metáfora de la lucha contra del régimen opresor de Maduro. Tintori no solo
busca la liberación de su esposo Leopoldo López, sino también el rescate de su
país en manos de un tirano, que no duda en matar de hambre a su pueblo y en
cortar toda clase de manifestación haciendo uso de la fuerza.
Decir lo contrario de la realidad
venezolana no es más que un desesperado acto discursivo. El poder ataranta, el
poder genera despotismo, no importa el bando ideológico en el que se encuentre
arrimado. Sin libertad toda democracia es remedo de sí misma.
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