humala lovers
Grata tarde dedicada a la lectura de dos
libros: Los niños perdidos de Valeria
Luiselli y Desborde subterráneo de
Fabiola Bazo. Están muy bien, aunque ciertos reparos se presentan en la
publicación de Bazo, que comentaré a su debido tiempo.
Entonces, me pongo al día con las
noticias. Una de ellas resulta excluyente. Y no vuelvo a ella por afán de
humillación a los preclaros representantes de la izquierda peruana. Además, ya
lo he dicho más de una vez, si esta izquierda fuera normal, no tendría problema
alguno en considerarme izquierdista, porque lo soy, solo que no se nota.
Nuestra izquierda pretende pasar piola,
los días corren y las pruebas contra el ex presidente Ollanta Humala son cada
vez más contundentes. No no me hago problemas en la plenitud de la
certeza, por catastrófica que sea esta: fuimos gobernados por un violador de
derechos humanos, el cual fue apoyado por la superioridad moral de la zurda,
sabiendo que su líder electoral cargaba una mochila por demás pesada. ¿A ella
le importó este detalle? Pues no. Había que llegar al poder y en esa ambición
no les importó pasar por alto uno de los tópicos sensibles que justifican sus
principios.
Los Humala Lovers, aquellos chicoteados
por la ideología que apoyaban día y noche a este asesino, sea desde las redes y
desde sus columnas de opinión en medios, deben ya hacer uso de esa cualidad que
en Perú es vista como símbolo de debilidad: la autocrítica, más la disculpa
respectiva a los seguidores y simpatizantes de la izquierda. No es poco de
pavo. La izquierda no puede taladrar su tradición fiscalizadora a causa de
líderes de opinión que haríamos bien en sindicar como esforzados hueleguisos.
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