sin narradoras chilenas
Luego de la algarabía que supuso la nómina de los integrantes de la edición de Bogotá 39-2017, me pongo a analizar
con calma la trayectoria de los seleccionados no peruanos. Para mi grata
sorpresa, he leído a muchos de ellos y en verdad no tengo mucho que objetar,
como tampoco celebrar, puesto que toda selección, y sobre todo una de esta dimensión,
jamás contentará a la platea. Están los que tienen que estar, pero también
hallamos voces consolidadas, que no necesitan de la participación de un
festival como este para sustentar el prestigio alcanzado. Veamos, hasta donde
la memoria me sea propicia: Valeria Luiselli (México), Diego Zúñiga (Chile),
Daniel Saldaña París (México), Samanta Schweblin (Argentina) y Daniel Ferreira
(Colombia).
Algunos países cuentan con un solo
representante y otros con más. Tampoco vamos a caer en la demagogia de que
debió establecerse una cantidad determinada de autores por países, puesto que
la calidad literaria no debe estar sujeta a cupos. En este sentido, no deja de
llamar mi atención lo que ha pasado con la delegación chilena, compuesta por
talentosos autores, pero en la que sí nos hubiese gustado encontrar algunas
mujeres.
He seguido con mucha atención la producción
narrativa chilena del presente siglo. Y siendo justos, nos encontramos con un
imaginario narrativo que, salvo excepciones, ha demostrado muy buen nivel,
seguramente a causa de la fuerza de su circuito editorial independiente y a los
premios nacionales que incentivan a sus noveles autores. Esto en cuanto a
posibles explicaciones racionales, aunque yo que prefiero justificar esta
producción en el capricho de la sospecha, es decir, en el quiebre emocional, la
mochila pesada de las secuelas de la memoria dictatorial que cargan sus autores,
aunque esto no quiera decir que la aborden directamente, sino que se manifiesta
en la tensión de su escritura.
Después de tradiciones narrativas latinoamericanas contemporáneas como las de Argentina y México, la de Chile ha crecido no solo en cantidad, también en fuerza expresiva. Y protagonistas medulares de este auge han sido y son sus mujeres. Podría mencionar a cinco que tranquilamente pudieron estar en el bolo de selección del festival (en lo personal, consideraba fijas a dos), pero sabemos también que la postulación dependió exclusivamente de sus casas editoras, entonces por allí podría hallarse la razón del llamado ninguneo de narradoras chilenas en este B39. Si una delegación merecía estar representada en la pluralidad de su calidad, esa era precisamente la chilena.
Después de tradiciones narrativas latinoamericanas contemporáneas como las de Argentina y México, la de Chile ha crecido no solo en cantidad, también en fuerza expresiva. Y protagonistas medulares de este auge han sido y son sus mujeres. Podría mencionar a cinco que tranquilamente pudieron estar en el bolo de selección del festival (en lo personal, consideraba fijas a dos), pero sabemos también que la postulación dependió exclusivamente de sus casas editoras, entonces por allí podría hallarse la razón del llamado ninguneo de narradoras chilenas en este B39. Si una delegación merecía estar representada en la pluralidad de su calidad, esa era precisamente la chilena.
Cosas de la otra literatura. El B39 es
un festival más, solo asegura una mayor difusión para sus autores, pero de
ningún modo la referencia, que corre por cuenta de los verdaderos lectores, que
no se dejan atarantar por la falsa consagración de los festivales. Los
festivales no consagran a nadie.
…
En SB
0 Comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal