¿suficientes lectores?
Por demás peculiar la tarde noche del
pasado domingo, día que consagré a la maratón de películas y a la lenta lectura.
Se suponía que seguiría en esa onda, pero un mensaje de mi amiga Martha, que me
pedía que revise mi correo, hizo que también me conecte a las redes sociales,
aquellos espacios que me deparan tantas ocurrencias y sucesos, como
peculiaridades.
Bien sabemos que no pocos escritores
peruanos debutaran en editoriales grandes en las próximas semanas. En este
sentido, la FIL de este año se anuncia exitosa, tanto en lo comercial y
cultural (faltaba menos si el país invitado es México), pero también como una
prueba de fuego para los escritores que darán a conocer sus títulos en las
llamadas grandes ligas.
Por ello, y dejando de lado la algarabía,
una pregunta se impone en la furia de su lógica: ¿tenemos los suficientes
lectores para una media de escritores que supera la decena y que ahora estarán
en un terreno en lo que importa es vender? Se entiende que no me refiero a la
calidad literaria, de ello nos ocuparemos en las respectivas reseñas.
No hay mucho secreto que valga. Un grupo
editorial fuerte no es una beneficencia. El grupo, como todo negocio, espera
recuperar y ganar en base a lo que ha invertido. Esa es la ley, de la que solo
puede diferenciarse la “apuesta”, cuya naturaleza, y si esta exhibe
generosidad, a las justas alcanza a un par de plumas.
Entonces, me hago otra pregunta, sin
pensar únicamente en los escribas de la Champions local: ¿cuánto ha hecho el
escritor peruano del presente siglo por formar una comunidad de lectores que le
sea fiel? Recordemos que en los años que se instalaron Santillana y Planeta con
sus sellos, estas se encontraron con escritores que ya tenían un público
cautivo, pienso pues en los lectores de Alonso Cueto, Miguel Gutiérrez,
Fernando Ampuero, Edgardo Rivera Martínez, Guillermo Niño de Guzmán. O sea,
apostaron a lo fijo, sabiendo que con ellos ganarían dinero.
Más allá de autores jóvenes, o
relativamente jóvenes, como Jeremías Gamboa, Renato Cisneros, Santiago
Roncagliolo y Daniel Alarcón, no tenemos autores dueños de una lectoría que los
justifique comercialmente. No se ha trabajado en la construcción de una
lectoría. Sé que el problema es mucho más complejo y se deduce que solo me
estoy refiriendo a una arista del mismo. Por ello, el autor que está a nada de
jugar la Champions local tiene que comenzar a trabajar en la formación de una
comunidad de lectores, de lo contrario, descenderá a la Copa Perú, y una vez en
esos campos de tierra y piedritas, no sales así escribas como Roa Bastos. Esa
es pues la triste ley del mercado, que nada tiene que ver con la práctica de la
literatura, pero a la que te comprometes ni bien estampas tu firma en el
contrato que en teoría te fortalece la imagen de escritor exitoso.
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