mañana de sábado
Mañana de sábado. Cielo gris.
Salgo de la ducha y en la pantalla de la
pc un espectáculo de ballet. No sé cómo llegué a ese video de Youtube, pero
miro el ballet sin mirarlo mientras me seco.
Sobre mi sillón de lectura, dos novelas,
una que releo y la otra que me animo a terminar luego de dejarla, y no por
mala, hace varios meses.
Entonces, con la mente despejada, me
pongo a revisar los correos electrónicos, de paso escucho un temón de The
Beatles que no escucho en mucho tiempo, There´s a place.
Pero también reviso mi cuenta de Face.
En el Timeline, y bajo la fuerza del azar, me encuentro con la cuenta de la
siempre interesante web literaria Lee por gusto, en la que se transmite en vivo
una entrevista al narrador Jack Martínez, que hace un par de días presentó su
novela Sustitución.
Interesante lo que dice Martínez, pero
presto más atención, y disculparan el involuntario desborde de ego, cuando se
me menciona en la entrevista. Pero tampoco me hago problemas, porque cuando me
referí en la presentación a sus “demonios literarios”, lo hice en relación al
nervio de su propuesta, pienso que le confundió mi “aunque no parece”, pero más
allá de ello, saludo ciertos tramos polémicos de sus declaraciones, porque el
libro sí despierta estos ánimos encontrados y eso es lo que se necesita, la
confrontación que surja de la lectura de un libro.
Me disponía a desconectarme y una amiga
me envía un enlace, en el que un autor envía un mensaje a la platea: leer la
biblia si te consideras escritor, crítico o lector. En principio, la biblia
siempre me ha significado un libro completo, lleno de historias, metáforas e
imágenes muy bien trabajadas. Pero leerla tampoco es garantía de algo, leer la
biblia no te convertirá en Richard Ford.
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