sábado, junio 10, 2017

mañana de sábado

Mañana de sábado. Cielo gris.
Salgo de la ducha y en la pantalla de la pc un espectáculo de ballet. No sé cómo llegué a ese video de Youtube, pero miro el ballet sin mirarlo mientras me seco.
Sobre mi sillón de lectura, dos novelas, una que releo y la otra que me animo a terminar luego de dejarla, y no por mala, hace varios meses.
Entonces, con la mente despejada, me pongo a revisar los correos electrónicos, de paso escucho un temón de The Beatles que no escucho en mucho tiempo, There´s a place.
Pero también reviso mi cuenta de Face. En el Timeline, y bajo la fuerza del azar, me encuentro con la cuenta de la siempre interesante web literaria Lee por gusto, en la que se transmite en vivo una entrevista al narrador Jack Martínez, que hace un par de días presentó su novela Sustitución.
Interesante lo que dice Martínez, pero presto más atención, y disculparan el involuntario desborde de ego, cuando se me menciona en la entrevista. Pero tampoco me hago problemas, porque cuando me referí en la presentación a sus “demonios literarios”, lo hice en relación al nervio de su propuesta, pienso que le confundió mi “aunque no parece”, pero más allá de ello, saludo ciertos tramos polémicos de sus declaraciones, porque el libro sí despierta estos ánimos encontrados y eso es lo que se necesita, la confrontación que surja de la lectura de un libro. 
Me disponía a desconectarme y una amiga me envía un enlace, en el que un autor envía un mensaje a la platea: leer la biblia si te consideras escritor, crítico o lector. En principio, la biblia siempre me ha significado un libro completo, lleno de historias, metáforas e imágenes muy bien trabajadas. Pero leerla tampoco es garantía de algo, leer la biblia no te convertirá en Richard Ford.

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