arguedas íntimo
Quien escribe no tiene duda alguna de
que José María Arguedas es uno de los autores peruanos a quien, y de quien, más
se lee. Al menos, eso es lo que prefiero creer a cuenta de la demanda que
tienen sus libros. En mi caso, me gusta Arguedas, y mucho, pero también me
interesa leer todo lo referido a su vida y obra.
Al respecto, tenía conocimiento de una
publicación que por cosas extrañas de la vida, me estaba siendo esquiva. Pues
bien, esa situación cambió porque semanas atrás compré Días de sol y silencio. Arguedas: el tiempo final (Universidad
Garcilaso de la Vega, 2011) de Alfredo Pita.
Libro breve, pero iluminador. En él, el
autor de El cazador ausente ofrece un
acercamiento a los últimos años que compartió con Arguedas, pero no en su
condición de escritor en ciernes rendido en admiración por Arguedas, sino como
alguien cercano a su persona y familia, es decir, Pita despliega una impresión
íntima del autor, ofreciéndonos mediante el asombro moderado su rutina vital,
que como tal tira por los suelos la leyenda de intelectual en permanente tristeza.
Pita se vale de un lenguaje conciso y
diáfano. Es precisamente en esta deliberada falta de adorno de la prosa que la
narración logra concretar su objetivo: hacernos partícipes de los últimos años
del autor, un autor que quiso a su esposa Sybila Arredondo y a los hijos de
esta, los mismos que también lo quisieron; del mismo modo sus amistades que
veían por su salud emocional. En otras palabras, un Arguedas del día a día,
entregado a su pasión mayor: pensar el Perú.
Cuando Pita comienza a frecuentar a
Arguedas, este ya era un autor reconocido. En este sentido, el testimonio de
Pita resulta iluminador para entender la trastienda de la escritura del libro
que en aquel entonces venía escribiendo, El
zorro de arriba y el zorro de abajo. De paso, el autor nos ofrece una
versión distinta a la polémica que sostuvo con Julio Cortázar, que según la leyenda
literaria fue determinante para que Arguedas terminara suicidándose.
Percibimos en cada página una
sensibilidad, sin duda, hablamos de experiencia literaria, pero una que se
consigue gracias al paso de los años. Un libro como este no pudo escribirse en
caliente, las ciénagas emocionales rara vez contribuyen a los homenajes. Por
esa razón, la presente publicación se defiende como testimonio perdurable,
gracias a su honestidad, brindándonos una imagen de Arguedas visto de perfil,
sea en sus fuerzas y vergüenzas.
Nos encontramos ante un libro de lectura
recomendada, pero poco se puede hacer porque es una víctima involuntaria de la
mala distribución de los fondos editoriales de las universidades locales, que
sí tienen muy buenos títulos. Ojalá afinen esa logística.
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