un paso más
Fiel a mi costumbre, vi el partido entre
Argentina y Perú encerrado en mi cuarto. Mi familia reunida en la sala, en un
vaivén de quietud y exaltación, aún más con las salvadas del arquero Gallese.
No sé cuántos cigarros acabé, pero sé, al igual que cientos de miles de
peruanos, que tenemos un equipo que actúa en base a una idea de juego.
Se consiguió un empate, que no es para
nada un mal resultado, y también vimos caer el mito de La Bombonera, que solo
es mito cuando el estadio es ocupado por hinchas xeneizes. Pero lo que vimos
todos, una vez más, fue la idea de juego que exhibe el conjunto nacional. Este
mérito se lo debemos a Gareca, que trabajó con lo que tenía, siendo el
responsable del potenciamiento (renacimiento en algunos casos) de más de un
jugador satisfecho de la vida pero sin ambición deportiva. Esto es lo que le ha
faltado a nuestras selecciones desde las eliminatorias para el Mundial de Japón-Corea
2002. Desde aquel entonces ya contábamos con jugadores que mostraban un nivel
aceptable para las competencias internacionales, pero algo pasaba con ellos cuando
eran llamados para los encuentros eliminatorios. Carencia de jugadores nunca
fue el problema, sino compromiso.
Lo ideal era enfrentar a Colombia ya
clasificada. Pero tampoco me sorprende que haya perdido su partido contra
Paraguay. Si algo tengo claro es que los futbolistas peruanos y colombianos
comparten la misma idiosincrasia: la habilidad de juego y la tara emocional
(falta de concentración), letal combinación que no se va a extirpar, pero sí
reprimir, como sí lo hizo Gareca con su base de jugadores que obedecen a un sistema que está a un paso
de llevarnos a un mundial después de 35 años.
No hay nada que reprochar a estar
selección. Ya cumplió y solo depende de sí misma.
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