criterio
Tras la algarabía de los premios Oscar,
me puse a cruzar información con algunos amigos cinemeros, que siguieron la
premiación de anoche como si la vida estuviera en su más exacerbado límite.
Reconozco que fue divertido, conversaba con ellos mientras miraba los goles de
la jornada, como el de Ruidíaz en México, a saber.
Solo he visto una película nominada, la
de Jordan Peele, Get Out. La tienes
que buscar. Sencilla, inteligente y con precisas dosis de nervio narrativo. Peele
transita en el límite entre el horror emocional y la broma pesada. Otra que no fue considerada y que a la fecha es una obra maestra del cine del siglo XXI,
Detroit de Kathryn Bigelow.
Como bien sabe el lector habitual del
blog, he estado viajando en el tiempo. En esta especie de arqueología hallé una
novela de espionaje publicada por entregas en La República en los ochentas. No
la pude leer pero había apuntado sus señas para una lectura posterior, para cuando
esté libre de inevitables prioridades, que creí superadas a fines de marzo pero
que han vuelto a presentarse en los últimos días.
El sábado la comenté con un amigo
chileno que viene escribiendo un estudio sobre tres novelas de John Le Carré. Trataba
de recordar el nombre del autor y de momento podría decir que es Gérald de
Villiers, cuyo personaje recurrente era el espía Malko Linge, el cual es
también protagonista de la saga CÍA Perú
de Alejandro Neyra.
Se deduce que han sido meses de juntar y
clasificar mucha información, tarea en la que me topaba con el periodismo
cultural de antes. Por supuesto, este periodismo tenía sus errores, pero también
su característica: sus periodistas leían más. Existía un criterio para informar
y no se dependía como hoy de la nota foránea para llenar las páginas de las
secciones culturales. Tampoco era servil.
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