¿formalidad?
En estos últimos días vengo escuchando
la palabra “formalidad”.
Los lectores del blog saben que no soy
nada adepto a los excesos de los movimientos y colectivos feministas, nada más
lejos de uno que el atarantamiento por la denuncia.
Ahora bien, la denuncia de Daniela
Pflucker a Guillermo Castañeda, aparte de delicada por el sinuoso contenido de
las versiones, se impone también como una cruda metáfora de cómo se trata a la
Mujer en este país de fierro, catre y botella.
Lo obvio: toda investigación que
respalde una denuncia debe sostenerse en pruebas, pero también en una
sensibilidad esencial que pueda acoger a las mujeres que en un acto valentía
sindican a sus maltratadores, aquellas cuyos testimonios son puestos en duda
por el solo hecho de ser mujeres. En este punto, sí me manifiesto a favor del
discurso de los colectivos feministas locales, no en coherencia con la
ideología, sino más bien en onda con el sentido común.
En parte, gratifica que se comience a
brindar un apoyo a la versión de las mujeres agraviadas. Apoyo que no estaba siendo
efectivo a razón de una exigencia de “formalidad” en la acusación. Recordemos
que hace año y medio acaeció un sonado caso de acoso en el circuito literario
local, en donde se dudó de los testimonios de las denunciantes, gracia que puso
de manifiesto el doble rasero de los colectivos feministas dispuestos a
enfrentarse a todos, menos a sus líderes de opinión que ejercían el acoso
virtual. Se blindó al acosador de entonces con la cortina de la formalidad,
exponiendo a las acosadas a una pasarela signada por la burla.
Mientras haya mujeres y hombres que
crean en la lucha por los derechos de la Mujer, la batalla tendrá un objetivo
definido. Eso es lo que se necesita, convicción, no alharaquientas virtuales
que son delatadas como tales cuando ven que el denunciado forma parte del
círculo de poder que protegen más que el principio que juran defender y honrar.
0 Comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal