Entrevista - Pedro Juan Gutiérrez
“Soy un radar, una esponja, lo capto todo”
Uno de tus personajes que mantengo con fervor y espasmo en la memoria es Reynaldo, protagonista de El Rey de la Habana. La impresión que me dejó la lectura de esta novela es la de haber leído una versión moderna y arrolladora de El lazarillo de Tormes, pero al revés. Trágica y extremadamente sórdida en todos los sentidos. El tema de la muerte como tal ha estado presente aquí con más fuerza en comparación a otros libros tuyos. ¿En qué estado emocional escribiste esta novela?, ¿cuánto tiempo te demandó?
Esos dos personajes fueron un "residuo" de la Trilogía sucia que escribí entre 1994 y el 97. No quería escribir más de ese modo, me sentía mal. Finalmente esos personajes me obligaron. Es el único libro que he escrito en estado de trance total, sin saber qué iba a pasar dos líneas después. Algo muy extraño. El Rey caminó sólo hacia la muerte. Intenté salvarlo muchas veces, pero él no quería evidentemente. Los últimos días escribí llorando sin parar. Por supuesto, ese libro y Trilogía no los quiero volver a leer jamás.
¿Te fastidia que se le pueda dar a tus libros una lectura política o sexual?
Sí, mucho porque yo hago literatura en el sentido más amplio del término. Me alejo todo lo posible de la política, que es muy circunstancial y no me interesa en absoluto. La literatura tiene que ser intemporal y universal para que sobreviva.
En cuanto al sexo es sólo un modo de divertir y entretener al lector. Otros escritores van matando gente, asesinando. Yo los pongo a templar, que es más divertido y a todos nos gusta. Es mucho más humano templar que asesinar. Digo yo.
Hurgando en tu biografía veo que te has desempeñado en muchos trabajos, siendo uno de ellos el periodismo. ¿Esta experiencia como periodista te ayudó, estilísticamente o temáticamente, cuando decidiste dedicarte por completo a la literatura?
Sí, mucho. Fue decisiva esa experiencia de 26 años. Sobre todo en dos sentidos: el periodismo te obliga a investigar bien y después a escribir muy rápido contra fecha de entrega, pero jamás sentarte para sacar cositas locas de tu cerebrito. Eso no. Y además me ayudó a controlar mucho el idioma, a ser conciso y directo y no escribir ni una palabra innecesaria.
Una de las tendencias narrativas que se está viviendo hoy en las letras castellanas es la tan mentada metaliteratura, en la que el lenguaje tiene una función primordial, teniendo, casi siempre, a la figura del escritor como tópico central. Si bien es cierto que eres un escritor que está en la antípoda de dicha tendencia, no puedo dejar de mencionar tu muy buena novela Nuestro GG en la Habana en la que exploras sin concesiones la figura de Graham Greene. ¿ Cómo articulaste las historias que están presentes en esta novela?
Esa novela está basada en circunstancias y hechos reales. Incluso casi todos los personajes están sacados de la realidad. Un momento que yo recuerdo bien porque tenía cinco años y tengo una memoria bastante buena. En fin, estuve casi dos años leyendo y releyendo los libros de Graham Greene, que me gusta mucho, y sobre él, hasta que encontré las claves en su novela El americano impasible, que me pareció muy autobiográfica y de pronto se me reveló todo, ya yo estaba metido dentro de Graham Greene. A partir de ahí escribí en tres o cuatro meses.
¿Cuán necesaria es La Habana para ti?, ¿sientes que tu literatura sería distinta si no vivieras en la isla?
Sí, me dejo influenciar mucho por el contexto en que estoy. Soy un radar, una esponja, lo capto todo. Inconscientemente quizás. Y lo recuerdo todo. A veces es agobiante ser así porque todo puede ser transformado en literatura. Adoro a La Habana y a su gente.
Los cuentos de La trilogía sucia de La Habana, por su carácter orgánico, hace que también pueda leerse como una novela. ¿Cuánta diferencia existe entre Pedro Juan Gutiérrez escritor y Pedro Juan Gutiérrez protagonista?
Quisiera que hubiera más diferencias. Pero ya ves. Por mi método de trabajo te darás cuenta que escribo siempre a partir de lo que me sucede a mí personalmente o a mi alrededor.
Cuando se opta por escribir en la parcela del realismo sucio se cree que solo tiene que ampararse en la experiencia de vida, como si esta fuera más que suficiente para armar una obra, pero lo que noto en ti es que la lectura como tal va a la par de todo el vitalismo que salpica en tus textos. ¿ Cuán importante ha sido y es la lectura en tu formación como escritor?
Esencial, como en todo escritor. Uno empieza de lector, como es lógico. de niño leía muchísimos cómics. Toneladas de cómics de todo tipo y al mismo tiempo leía muchísimo en una biblioteca cerca de mi casa en Matanzas. La biblioteca Guiteras, que era un paraíso fabuloso para mí y hago alguna referencia a ese sitio en El nido de la serpiente. Después leí lo normal: Dickens, Mark Twain, Salgari, Defoe. Todo eso hasta que a los 16 años más o menos descubrí Desayuno en Tiffany´s, de Truman Capote y me quedé marcado porque ese relato no parece literatura. Es tan natural que me dije: "si algún día escribo, quiero escribir de este modo", por eso engaño al lector siempre, intento que no parezca literatura lo que hago sino un chisme que le cuento muy bajo al oído, un secreto entre el lector y yo, algo que nunca se podría contar en voz alta.
¿Te fastidia o te deja indiferente que te cataloguen como el Bukowski tropical?
Me deja indiferente. No tenemos nada que ver. Somos muy diferentes.
No sólo tienes una faceta de narrador, también eres poeta y pintor. ¿Cómo fusionas estas inquietudes?
La poesía es esencial y no se controla. Sale sola. A veces estoy años sin escribir un poema y de repente salen 40, uno tras el otro y se cierra la llave. No sé cómo es ni me interesa averiguar ese misterio. Pero sé que me da un sentido del ritmo, un entrenamiento para respetar mucho el idioma y no usarlo para maquillar la realidad con palabras y más palabras, sino al contrario, para usarlo con precisión, siempre bajo control. Y la pintura me relaja mucho porque pinto sin pensar demasiado, sin presión. Ahora mismo hace dos años más o menos que no pinto pero hago poesía visual, experimento con el collage. Y así.
También hago fotos, en fin, el mundo visual y el cine me fascinan.
Con El nido de la serpiente llevas a cabo la precuela que cierra el ciclo de la otra Habana, y que precisamente no es la imagen oficial que se suele proyectar al mundo. ¿Has tenido problemas, políticamente hablando, de esta visión sin concesiones que ofreces del lugar en el que vives?
Cuando salió Trilogía sucia, a fines de 1998, me echaron del periodismo, pero hasta ahí, nada más. Después la editorial de la unión de escritores publicó Melancolía de los leones (aquí está publicada por Odisea) y después salió Animal tropical en una pequeña edición que ni se vio en las librerías, y ahora se prepara una edición también pequeña de Nuestro GG en La Habana. En fin.
Muchos escritores aspiran llegar al mercado editorial español. Muchos viajan a tentar suerte, pero tú te has forjado una carrera importante escribiendo desde La Habana. ¿qué consejo le darías a un escritor en ciernes?
No me gusta dar consejos. Yo no los pedí jamás. Nunca molesté a un escritor consagrado con mis poemitas y mis cuentecitos. Creo que el acto creativo es algo muy sagrado, muy interior, es una actividad espiritual totalmente. Creo que una persona no debe ir a preguntar a otro: ¿Crees que debo ser ateo o debo creer en Jesucristo o quizás en Buda?. Creo que es una pregunta propia de un imbécil. Bueno, pues eso mismo sucede con la escritura. No se puede preguntar. No se debe preguntar. Hay que aprender solo. Vivir mucho, leer mucho, conocer a todo tipo de gente, viajar, tener cientos de mujeres, ensuciarse un poco con la vida, a ver si sale algo. No hay fórmulas.
(Nota: Esta entrevista a Pedro Juan Gutiérrez apareció en el diario Siglo XXI de España. La fotografía pertenece a Marianne Greber)
Uno de tus personajes que mantengo con fervor y espasmo en la memoria es Reynaldo, protagonista de El Rey de la Habana. La impresión que me dejó la lectura de esta novela es la de haber leído una versión moderna y arrolladora de El lazarillo de Tormes, pero al revés. Trágica y extremadamente sórdida en todos los sentidos. El tema de la muerte como tal ha estado presente aquí con más fuerza en comparación a otros libros tuyos. ¿En qué estado emocional escribiste esta novela?, ¿cuánto tiempo te demandó?
Esos dos personajes fueron un "residuo" de la Trilogía sucia que escribí entre 1994 y el 97. No quería escribir más de ese modo, me sentía mal. Finalmente esos personajes me obligaron. Es el único libro que he escrito en estado de trance total, sin saber qué iba a pasar dos líneas después. Algo muy extraño. El Rey caminó sólo hacia la muerte. Intenté salvarlo muchas veces, pero él no quería evidentemente. Los últimos días escribí llorando sin parar. Por supuesto, ese libro y Trilogía no los quiero volver a leer jamás.
¿Te fastidia que se le pueda dar a tus libros una lectura política o sexual?
Sí, mucho porque yo hago literatura en el sentido más amplio del término. Me alejo todo lo posible de la política, que es muy circunstancial y no me interesa en absoluto. La literatura tiene que ser intemporal y universal para que sobreviva.
En cuanto al sexo es sólo un modo de divertir y entretener al lector. Otros escritores van matando gente, asesinando. Yo los pongo a templar, que es más divertido y a todos nos gusta. Es mucho más humano templar que asesinar. Digo yo.
Hurgando en tu biografía veo que te has desempeñado en muchos trabajos, siendo uno de ellos el periodismo. ¿Esta experiencia como periodista te ayudó, estilísticamente o temáticamente, cuando decidiste dedicarte por completo a la literatura?
Sí, mucho. Fue decisiva esa experiencia de 26 años. Sobre todo en dos sentidos: el periodismo te obliga a investigar bien y después a escribir muy rápido contra fecha de entrega, pero jamás sentarte para sacar cositas locas de tu cerebrito. Eso no. Y además me ayudó a controlar mucho el idioma, a ser conciso y directo y no escribir ni una palabra innecesaria.
Una de las tendencias narrativas que se está viviendo hoy en las letras castellanas es la tan mentada metaliteratura, en la que el lenguaje tiene una función primordial, teniendo, casi siempre, a la figura del escritor como tópico central. Si bien es cierto que eres un escritor que está en la antípoda de dicha tendencia, no puedo dejar de mencionar tu muy buena novela Nuestro GG en la Habana en la que exploras sin concesiones la figura de Graham Greene. ¿ Cómo articulaste las historias que están presentes en esta novela?
Esa novela está basada en circunstancias y hechos reales. Incluso casi todos los personajes están sacados de la realidad. Un momento que yo recuerdo bien porque tenía cinco años y tengo una memoria bastante buena. En fin, estuve casi dos años leyendo y releyendo los libros de Graham Greene, que me gusta mucho, y sobre él, hasta que encontré las claves en su novela El americano impasible, que me pareció muy autobiográfica y de pronto se me reveló todo, ya yo estaba metido dentro de Graham Greene. A partir de ahí escribí en tres o cuatro meses.
¿Cuán necesaria es La Habana para ti?, ¿sientes que tu literatura sería distinta si no vivieras en la isla?
Sí, me dejo influenciar mucho por el contexto en que estoy. Soy un radar, una esponja, lo capto todo. Inconscientemente quizás. Y lo recuerdo todo. A veces es agobiante ser así porque todo puede ser transformado en literatura. Adoro a La Habana y a su gente.
Los cuentos de La trilogía sucia de La Habana, por su carácter orgánico, hace que también pueda leerse como una novela. ¿Cuánta diferencia existe entre Pedro Juan Gutiérrez escritor y Pedro Juan Gutiérrez protagonista?
Quisiera que hubiera más diferencias. Pero ya ves. Por mi método de trabajo te darás cuenta que escribo siempre a partir de lo que me sucede a mí personalmente o a mi alrededor.
Cuando se opta por escribir en la parcela del realismo sucio se cree que solo tiene que ampararse en la experiencia de vida, como si esta fuera más que suficiente para armar una obra, pero lo que noto en ti es que la lectura como tal va a la par de todo el vitalismo que salpica en tus textos. ¿ Cuán importante ha sido y es la lectura en tu formación como escritor?
Esencial, como en todo escritor. Uno empieza de lector, como es lógico. de niño leía muchísimos cómics. Toneladas de cómics de todo tipo y al mismo tiempo leía muchísimo en una biblioteca cerca de mi casa en Matanzas. La biblioteca Guiteras, que era un paraíso fabuloso para mí y hago alguna referencia a ese sitio en El nido de la serpiente. Después leí lo normal: Dickens, Mark Twain, Salgari, Defoe. Todo eso hasta que a los 16 años más o menos descubrí Desayuno en Tiffany´s, de Truman Capote y me quedé marcado porque ese relato no parece literatura. Es tan natural que me dije: "si algún día escribo, quiero escribir de este modo", por eso engaño al lector siempre, intento que no parezca literatura lo que hago sino un chisme que le cuento muy bajo al oído, un secreto entre el lector y yo, algo que nunca se podría contar en voz alta.
¿Te fastidia o te deja indiferente que te cataloguen como el Bukowski tropical?
Me deja indiferente. No tenemos nada que ver. Somos muy diferentes.
No sólo tienes una faceta de narrador, también eres poeta y pintor. ¿Cómo fusionas estas inquietudes?
La poesía es esencial y no se controla. Sale sola. A veces estoy años sin escribir un poema y de repente salen 40, uno tras el otro y se cierra la llave. No sé cómo es ni me interesa averiguar ese misterio. Pero sé que me da un sentido del ritmo, un entrenamiento para respetar mucho el idioma y no usarlo para maquillar la realidad con palabras y más palabras, sino al contrario, para usarlo con precisión, siempre bajo control. Y la pintura me relaja mucho porque pinto sin pensar demasiado, sin presión. Ahora mismo hace dos años más o menos que no pinto pero hago poesía visual, experimento con el collage. Y así.
También hago fotos, en fin, el mundo visual y el cine me fascinan.
Con El nido de la serpiente llevas a cabo la precuela que cierra el ciclo de la otra Habana, y que precisamente no es la imagen oficial que se suele proyectar al mundo. ¿Has tenido problemas, políticamente hablando, de esta visión sin concesiones que ofreces del lugar en el que vives?
Cuando salió Trilogía sucia, a fines de 1998, me echaron del periodismo, pero hasta ahí, nada más. Después la editorial de la unión de escritores publicó Melancolía de los leones (aquí está publicada por Odisea) y después salió Animal tropical en una pequeña edición que ni se vio en las librerías, y ahora se prepara una edición también pequeña de Nuestro GG en La Habana. En fin.
Muchos escritores aspiran llegar al mercado editorial español. Muchos viajan a tentar suerte, pero tú te has forjado una carrera importante escribiendo desde La Habana. ¿qué consejo le darías a un escritor en ciernes?
No me gusta dar consejos. Yo no los pedí jamás. Nunca molesté a un escritor consagrado con mis poemitas y mis cuentecitos. Creo que el acto creativo es algo muy sagrado, muy interior, es una actividad espiritual totalmente. Creo que una persona no debe ir a preguntar a otro: ¿Crees que debo ser ateo o debo creer en Jesucristo o quizás en Buda?. Creo que es una pregunta propia de un imbécil. Bueno, pues eso mismo sucede con la escritura. No se puede preguntar. No se debe preguntar. Hay que aprender solo. Vivir mucho, leer mucho, conocer a todo tipo de gente, viajar, tener cientos de mujeres, ensuciarse un poco con la vida, a ver si sale algo. No hay fórmulas.
(Nota: Esta entrevista a Pedro Juan Gutiérrez apareció en el diario Siglo XXI de España. La fotografía pertenece a Marianne Greber)
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