The Music of Chance
La música del azar es una muy buena novela de Paul Auster, la cual carga con la “maldición” de poder ser comparada con las deliciosas La trilogía de Nueva York, Leviatán, La noche del oráculo, El país de las últimas cosas y la obra maestra El palacio de la luna.
Hace un tiempo, en Canal (á) de Argentina, vi una entrevista que se le hizo a Paul Auster a razón de la publicación de El libro de las ilusiones –por cierto, una flojísima novela-; pues bien, era evidente que el entrevistador quería que Auster se explaye en cómo se le ocurrió la procedencia argentina de Hector Mann, motivo existencial del protagonista David Zimmer, y era notorio que Auster quería hablar de la presencia de Zimmer en otras novelas suyas, y esto fue quizá un gran bajón en dicha entrevista, y para ser sincero, me hubiese gustado que Auster se enfocara en Zimmer puesto que él tiene un mediano desenvolvimiento como amigo del protagonista Marc Stanley Fogg en El palacio de la luna.
Uno de los temas del cual Auster nunca deja de hablar es del azar. En esa entrevista, Auster también contó cómo fue que se le vino a la cabeza el título de una de sus novelas. Ocurre que él estaba haciendo las compras sabatinas en un mall, tenía el carrito lleno, y a la hora de ir a la caja registradora se topa con una cola de más de treinta personas, ante ello, no tuvo otra opción que ser parte de ella. La cola le parecía interminable, y como no había llevado ningún libro para matar el tiempo mientras esperaba su turno, pues se puso a tararear una canción. Estuvo así un buen rato, hasta que pudo ver las manos de la mujer encargada de la caja que devolvía el cambio a una pareja de ancianos. Tanto el tarareo y los billetes que entregaba la mujer fueron el punto de partida para que en no mucho tiempo se lanzara a la escritura de la novela La música del azar.
En LMA tenemos a Jim Nashe, quien se encamina en la perdición ni bien su mujer lo abandona, no sin antes haber recibido una suculenta herencia de un padre que se acordó de él antes de morir. Jim viaja por mucho tiempo, huyendo de algo, como a la vez de nada, o sea, de sí mismo; es un despreocupado total, un desarraigado que solo espera la muerte de la forma más inane.
(Cuando me conecte al messenger le preguntaré a Mike Figgis si algo tuvo que ver esta novela en la concepción del recordado Ben Sanderson (Nicolas Cage) en Leaving Las Vegas. Hay muchísimos lazos en común entre Nashe y Sanderson, con la obvia diferencia que en la novela de Paul no aparece una puta lindísima como Elisabeth Shue)
En su ya aburrido periplo, Nashe conoce a Jack Pozzi, o Jackpot, de forma austeriana, o sea, casualmente. Jackpot es un duchísimo jugador de póquer y como a Nashe le quedan diez mil dólares de la herencia, pues decide ser su principal capitalista ante una mano de póquer que les puede deparar una gran fortuna si es que le ganan al par de freaks llamados Flower y Stone.
Como es de esperarse, Nashe y Jackpot pierden ante los freaks y no tardan en ser prisioneros de estos en una mansión de atmósfera casi gótica, en donde son obligados a realizar los más absurdos trabajos sin la posibilidad de poder escapar, teniendo como adicional actividad la de prestarse a las más absurdas lucubraciones de aquel par anormales amos. Tanto Nashe como Jackpot idean alguna clase de escape, pero no tardan en ser una epifanía absurda de sus amos.
En muchos pasajes la novela está por caerse, pero Paul sabe muy bien cómo salir airoso ante esos posibles baches temáticos, haciendo, cómo no, alarde de una inteligencia al servicio de una historia exasperante que llega a un final tan incierto como desgarrador.
Si este admirado escritor tuviera pocos libros, de hecho que LMA sería uno referencial, pero como dije: LMA es opacada por auténticos novelones, todos estos tributarios de la tradición del absurdo.
Aún así, LMA fue llevada al cine por Philip Haas (encantado), y por lo que veo del trailer, como que tengo la impresión de que la adaptación es mucho mejor que el texto que la inspiró. Ojalá algún cineclub se anime; primero, a encontrarla; luego, a programarla; sería más que interesante.
Hace un tiempo, en Canal (á) de Argentina, vi una entrevista que se le hizo a Paul Auster a razón de la publicación de El libro de las ilusiones –por cierto, una flojísima novela-; pues bien, era evidente que el entrevistador quería que Auster se explaye en cómo se le ocurrió la procedencia argentina de Hector Mann, motivo existencial del protagonista David Zimmer, y era notorio que Auster quería hablar de la presencia de Zimmer en otras novelas suyas, y esto fue quizá un gran bajón en dicha entrevista, y para ser sincero, me hubiese gustado que Auster se enfocara en Zimmer puesto que él tiene un mediano desenvolvimiento como amigo del protagonista Marc Stanley Fogg en El palacio de la luna.
Uno de los temas del cual Auster nunca deja de hablar es del azar. En esa entrevista, Auster también contó cómo fue que se le vino a la cabeza el título de una de sus novelas. Ocurre que él estaba haciendo las compras sabatinas en un mall, tenía el carrito lleno, y a la hora de ir a la caja registradora se topa con una cola de más de treinta personas, ante ello, no tuvo otra opción que ser parte de ella. La cola le parecía interminable, y como no había llevado ningún libro para matar el tiempo mientras esperaba su turno, pues se puso a tararear una canción. Estuvo así un buen rato, hasta que pudo ver las manos de la mujer encargada de la caja que devolvía el cambio a una pareja de ancianos. Tanto el tarareo y los billetes que entregaba la mujer fueron el punto de partida para que en no mucho tiempo se lanzara a la escritura de la novela La música del azar.
En LMA tenemos a Jim Nashe, quien se encamina en la perdición ni bien su mujer lo abandona, no sin antes haber recibido una suculenta herencia de un padre que se acordó de él antes de morir. Jim viaja por mucho tiempo, huyendo de algo, como a la vez de nada, o sea, de sí mismo; es un despreocupado total, un desarraigado que solo espera la muerte de la forma más inane.
(Cuando me conecte al messenger le preguntaré a Mike Figgis si algo tuvo que ver esta novela en la concepción del recordado Ben Sanderson (Nicolas Cage) en Leaving Las Vegas. Hay muchísimos lazos en común entre Nashe y Sanderson, con la obvia diferencia que en la novela de Paul no aparece una puta lindísima como Elisabeth Shue)
En su ya aburrido periplo, Nashe conoce a Jack Pozzi, o Jackpot, de forma austeriana, o sea, casualmente. Jackpot es un duchísimo jugador de póquer y como a Nashe le quedan diez mil dólares de la herencia, pues decide ser su principal capitalista ante una mano de póquer que les puede deparar una gran fortuna si es que le ganan al par de freaks llamados Flower y Stone.
Como es de esperarse, Nashe y Jackpot pierden ante los freaks y no tardan en ser prisioneros de estos en una mansión de atmósfera casi gótica, en donde son obligados a realizar los más absurdos trabajos sin la posibilidad de poder escapar, teniendo como adicional actividad la de prestarse a las más absurdas lucubraciones de aquel par anormales amos. Tanto Nashe como Jackpot idean alguna clase de escape, pero no tardan en ser una epifanía absurda de sus amos.
En muchos pasajes la novela está por caerse, pero Paul sabe muy bien cómo salir airoso ante esos posibles baches temáticos, haciendo, cómo no, alarde de una inteligencia al servicio de una historia exasperante que llega a un final tan incierto como desgarrador.
Si este admirado escritor tuviera pocos libros, de hecho que LMA sería uno referencial, pero como dije: LMA es opacada por auténticos novelones, todos estos tributarios de la tradición del absurdo.
Aún así, LMA fue llevada al cine por Philip Haas (encantado), y por lo que veo del trailer, como que tengo la impresión de que la adaptación es mucho mejor que el texto que la inspiró. Ojalá algún cineclub se anime; primero, a encontrarla; luego, a programarla; sería más que interesante.
2 Comentarios:
Perdón, pero me pregunto como puedes decir tú que El libro de las ilusiones es una flojísima novela después de los horrores gramaticales y de sintaxis que se le detectaron a tu cuestionada opera prima. En fin, ése no es el mejor libro de Auster, pero tampoco es para llamarla ásí, peor en todo caso me parece La noche del oráculo. Me quedo con La trilogía de Nueva York y La música del azar, aún no he leído las otras.
:)
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