Releyendo - Celebración de la novela
En las ocasiones en las que me ha tocado conversar con Miguel Gutiérrez, ya sea personalmente o por vía telefónica, siempre he salido bastante motivado. Contra lo que mucha gente puede pensar, Gutiérrez es una persona muy afable y generosa. Además, sigue con mucha atención lo que escriben los narradores jóvenes, y por lo que me habló la última vez, pues puedo decir que tiene una idea bastante clara del actual momento de la narrativa peruana última.
No he leído todos los libros de Gutiérrez, pero sí una buena parte de ellos, entre los que se cuentan La violencia del tiempo, La destrucción del reino, Babel, el paraíso, etc. Pero al libro que siempre vuelvo por motivos estrictamente literarios es a la extrañísima Celebración de la novela. Aunque, pensándolo bien, no creo que solo sea por razones literarias, también por un motivo personal. Literario porque lo que me gusta más es leer novelas, y personal porque como escritor solo me veo inscrito en ella.
CN está dividida en dos partes. En la primera, Gutiérrez da cuenta, con mucha agilidad pero sin caer en el lugar común, de la evolución de la novela. Es ineludible que Gutiérrez aplique algunas taxonomías teóricas, pero conciente Gutiérrez de que su intención sea que lo lea mucha gente y no solo unos cuantos gatos decodificadores, hace uso de sus recuerdos y experiencias en torno a la lectura de ciertas novelas claves, y a partir de allí, se pierde con control en la tradición de la novela, cuestionando su carácter testimonial, resaltándola; marcando preferencias y disgustos; o sea, toda una contradicción, pero es a través de ella que Gutiérrez atrapa a todo potencial lector, puesto que el permanente cuestionamiento es una de las puertas del eterno pensar, de la reflexión. Hay pasajes en los que Gutiérrez parece perderse, su pasión lo lleva por muchas ramas, en una página podemos ver títulos como Gargantúa y Pantagruel, Retrato de un artista adolescente, o nombres como Kurt Vonnegut, Pérez-Reverte, Sarduy, deparándonos un giro inesperado que nos sitúan con la tradición literaria peruana, con Alegría a la cabeza, dribleando para hablarnos de Elmore, Herrera y Riesco. Puede sonar absurdo, pero no lo es, Gutiérrez escribió esta primera parte con la intención del ensayista corroído por un atrayente espíritu novelesco, ya sea en contenido y forma.
La segunda parte de CN es quizá uno de los testimonios más apasionantes que he podido leer sobre la gestación de un escritor. Aquí tenemos a un Gutiérrez biográfico, nos cuenta su deslumbramiento por la novela en una tarde de árido sol en la biblioteca municipal de su Piura natal. Uno de los pasajes que me gustan es el que se refiere a su lectura tardía de las novelas de aventuras. Gutiérrez recuerda que se acercó a esta clase de novelas al inculcarle a su hijo la costumbre de leer, para ello, le compró toda la colección de las novelas de Verne, Salgari, Dumas, etc., y ante el obnubilamiento de su hijo, Gutiérrez se sumergió en estas novelas, y no deja de reconocer que estas terminaron sumando en su visión de escritor de ficciones, y de paso, dejando en su sitio a quienes le adjudican el rubro de subliteratura a esta clase de libros.
Gutiérrez no duda en reconocer la influencia de narradores como Proust, Faulkner, Balzac, Mann, Dostoievski, Zola, Joyce, etc., en lo que para muchos es una verdadera obra cumbre, La violencia del tiempo. Y tan igual como La novela de una novela de Thomas Mann en relación a Doktor Faustus, Gutiérrez nos ofrece el fresco del backstage de LVT. Lo que le pasó mientras la escribía es digna de una gran ficcionalización, no solo tuvo que luchar contra las dudas que trae todo el proceso de escritura de una novela, amigos suyos murieron, sus inclinaciones políticas estaban marcadas, estaba en auge la discusión de su polémico ensayo La generación del 50: un mundo dividido, sus seres queridos habían optado por una militancia política. Eran los años ochenta, el país parecía caerse, pero Gutiérrez creyó en lo que hacía, y en soledad y silencio escribió dicha novela monumental.
Es interesante el concepto que Gutiérrez tiene de la Memoria del escritor. La manera cómo se explaya en ella es digna de tomar en cuenta. Como se sabe, todo lo que ocurre en la vida de un aspirante a escritor y escritor puede ser transformado en literatura, aquí entran a tallar los recuerdos, las imágenes, anécdotas aparentemente inanes, etc., pero para canalizar toda estas motivaciones es necesario conocer la tradición en la que uno está suscrito, la cual lleva a forjar un canon personal de escritores que no necesariamente tienen que estar asentados a la tradición a la que se pertenece. Gutiérrez no ve el necesario conocimiento de la tradición como una obligación, lo ve como un respeto medular en todo aquel que se haga llamar escritor.
CN tiene mucho más. Lo que sí me gustaría decir es que Miguel Gutiérrez está en todo su derecho de tener la opción ideológica que le de la gana. Y por más cuestionada que esta sea, no debe mezclarse a la hora de valor a su obra literaria. Tampoco es un escritor marginal como algunos amigos suyos pregonan, flaco favor que le hacen, por lo demás. Pero lo que sí tengo en claro es que Gutiérrez es uno de los narradores más importantes que tiene nuestro país.
No he leído todos los libros de Gutiérrez, pero sí una buena parte de ellos, entre los que se cuentan La violencia del tiempo, La destrucción del reino, Babel, el paraíso, etc. Pero al libro que siempre vuelvo por motivos estrictamente literarios es a la extrañísima Celebración de la novela. Aunque, pensándolo bien, no creo que solo sea por razones literarias, también por un motivo personal. Literario porque lo que me gusta más es leer novelas, y personal porque como escritor solo me veo inscrito en ella.
CN está dividida en dos partes. En la primera, Gutiérrez da cuenta, con mucha agilidad pero sin caer en el lugar común, de la evolución de la novela. Es ineludible que Gutiérrez aplique algunas taxonomías teóricas, pero conciente Gutiérrez de que su intención sea que lo lea mucha gente y no solo unos cuantos gatos decodificadores, hace uso de sus recuerdos y experiencias en torno a la lectura de ciertas novelas claves, y a partir de allí, se pierde con control en la tradición de la novela, cuestionando su carácter testimonial, resaltándola; marcando preferencias y disgustos; o sea, toda una contradicción, pero es a través de ella que Gutiérrez atrapa a todo potencial lector, puesto que el permanente cuestionamiento es una de las puertas del eterno pensar, de la reflexión. Hay pasajes en los que Gutiérrez parece perderse, su pasión lo lleva por muchas ramas, en una página podemos ver títulos como Gargantúa y Pantagruel, Retrato de un artista adolescente, o nombres como Kurt Vonnegut, Pérez-Reverte, Sarduy, deparándonos un giro inesperado que nos sitúan con la tradición literaria peruana, con Alegría a la cabeza, dribleando para hablarnos de Elmore, Herrera y Riesco. Puede sonar absurdo, pero no lo es, Gutiérrez escribió esta primera parte con la intención del ensayista corroído por un atrayente espíritu novelesco, ya sea en contenido y forma.
La segunda parte de CN es quizá uno de los testimonios más apasionantes que he podido leer sobre la gestación de un escritor. Aquí tenemos a un Gutiérrez biográfico, nos cuenta su deslumbramiento por la novela en una tarde de árido sol en la biblioteca municipal de su Piura natal. Uno de los pasajes que me gustan es el que se refiere a su lectura tardía de las novelas de aventuras. Gutiérrez recuerda que se acercó a esta clase de novelas al inculcarle a su hijo la costumbre de leer, para ello, le compró toda la colección de las novelas de Verne, Salgari, Dumas, etc., y ante el obnubilamiento de su hijo, Gutiérrez se sumergió en estas novelas, y no deja de reconocer que estas terminaron sumando en su visión de escritor de ficciones, y de paso, dejando en su sitio a quienes le adjudican el rubro de subliteratura a esta clase de libros.
Gutiérrez no duda en reconocer la influencia de narradores como Proust, Faulkner, Balzac, Mann, Dostoievski, Zola, Joyce, etc., en lo que para muchos es una verdadera obra cumbre, La violencia del tiempo. Y tan igual como La novela de una novela de Thomas Mann en relación a Doktor Faustus, Gutiérrez nos ofrece el fresco del backstage de LVT. Lo que le pasó mientras la escribía es digna de una gran ficcionalización, no solo tuvo que luchar contra las dudas que trae todo el proceso de escritura de una novela, amigos suyos murieron, sus inclinaciones políticas estaban marcadas, estaba en auge la discusión de su polémico ensayo La generación del 50: un mundo dividido, sus seres queridos habían optado por una militancia política. Eran los años ochenta, el país parecía caerse, pero Gutiérrez creyó en lo que hacía, y en soledad y silencio escribió dicha novela monumental.
Es interesante el concepto que Gutiérrez tiene de la Memoria del escritor. La manera cómo se explaya en ella es digna de tomar en cuenta. Como se sabe, todo lo que ocurre en la vida de un aspirante a escritor y escritor puede ser transformado en literatura, aquí entran a tallar los recuerdos, las imágenes, anécdotas aparentemente inanes, etc., pero para canalizar toda estas motivaciones es necesario conocer la tradición en la que uno está suscrito, la cual lleva a forjar un canon personal de escritores que no necesariamente tienen que estar asentados a la tradición a la que se pertenece. Gutiérrez no ve el necesario conocimiento de la tradición como una obligación, lo ve como un respeto medular en todo aquel que se haga llamar escritor.
CN tiene mucho más. Lo que sí me gustaría decir es que Miguel Gutiérrez está en todo su derecho de tener la opción ideológica que le de la gana. Y por más cuestionada que esta sea, no debe mezclarse a la hora de valor a su obra literaria. Tampoco es un escritor marginal como algunos amigos suyos pregonan, flaco favor que le hacen, por lo demás. Pero lo que sí tengo en claro es que Gutiérrez es uno de los narradores más importantes que tiene nuestro país.
2 Comentarios:
Hola:
Sabes dónde puedo conseguir las novelas de Gutierrez?
Especificamente La Violencia del Tiempo, que no es tan fácil de encontrar en librerías.
Estaré muy agradecido si puedes ayudarme.
Gracias
Las novelas de Gutiérrez están en casi todas las librerías. En El Virrey de Lima o Dasso las puedes encontrar.
Sin embargo, dar con La violencia del tiempo es más que difícil.
Creo que es hora de una necesaria nueva edición.
Ss,
Gabriel.
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal