martes, octubre 02, 2007

Familia - Vladimir Nabokov

- Siempre he sido un consumidor omnívoro de libros, y ahora, lo mismo que en mi adolescencia, la visión de la luz de la lamparilla de la cabecera de la cama sobre un libro es una promesa de placer y una estrella que me guía a lo largo del día. Otros vivos placeres son los partidos de fútbol transmitidos por televisión, una copa de vino o un buen trago de cerveza en lata de vez en cuando, los baños de sol sobre el césped y la composición de problemas de ajedrez. Menos corrientes, quizá, es el fluir sereno de la vida de familia que durante su largo curso (casi medio siglo) ha puesto en ridículo a los espantajos del contorno y a los pelmazos de las circunstancia en todas las etapas de nuestra expatriación. La mayoría de mis obras están dedicadas a mi mujer, y su retrato ha sido producido con frecuencia mediante algún misterioso color reflejado en los espejos interiores de mis libros.
- Nos casamos en Berlín, en abril de 1925, en mitad de la redacción de mi primera novela en ruso. Éramos ridículamente pobres, su padre estaba arruinado, mi madre viuda subsistía gracias a una pensión insuficiente, mi mujer y yo vivíamos en sombrías habitaciones que alquilábamos en Berlín Occidental, en el seno magro de familias militares alemanas; yo enseñaba tenis e inglés, y nueve años más tarde, en 1934, en el amanecer de una nueva era, nació nuestro único hijo. Hacia fines del decenio de 1930, emigramos a Francia. Mis cosas estaban empezando a ser traducidas, la gente concurría a mis conferencias en París y otros lugares; pero entonces vino el final de mi etapa europea: en mayo de 1940 nos trasladamos a Norteamérica.
(De: Opiniones Contundentes. Taurus, 1977)

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

recorte simplemente paja. que bueno que aun no se nos catalogue de vagos... ya que vagar es vagar, asi sea en la net.

4:56 p.m.  

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