sábado, octubre 04, 2008

Releyendo: PARÍS PERSONAL

Es hora de profetizar:

PARÍS PERSONAL será uno de los libros que resaltará cuando se hagan los balances de lo mejor que se haya publicado en cuento en esta década que ya se acaba. No diré payasadas “pese a quien le pese”, “duela a quien le duela”. No pues. Si hay algo en lo que muchos lectores coinciden es en el hecho de que el primer libro de Marco García Falcón (Lima, 1971) es, sencillamente, y a secas, extraordinario. (No necesariamente a uno le tiene que gustar para aseverar la calidad de los cuentos de PP, en ellos hay algo innegable para cualquiera: la exquisitez y el trabajo de orfebre del autor con la prosa.)

Desde el 2002, año de su publicación, PP gozó de la codiciada cualidad de ser saludado con entusiasmo por la crítica, lo cual se patentizó con el siempre genuino favor del público lector, que hizo de esta publicación la más vendida de la desaparecida Serie Ficciones del Fondo Editorial de la PUCP, cosa que lamento ya que sus ediciones eran no menos que pulcras.

(Y digamos algo cierto, sin ánimo de destilar veneno, aunque parezca: muchos libros, hoy en día en especial, son impulsados con un andamiaje mediático que ataranta, pero a la hora de los loros, estos no generan ni una reseña, ni mucho menos superan en ventas el 10% de ejemplares editados.)

Los cuentos:

“París era la flor de Coleridge”, “El resplandor de Celine”, “De un azul purísimo”, “Un invierno hospitalario”, “La tierra más lejana”, “Historia de Berenice y el cantante olvidado”, “El cazador invisible”, “Carta de mamá” y “La verdadera flor de Coleridge”.

De estos mis favoritos son “La verdadera flor de Coleridge”, “La tierra más lejana” y “El resplandor de Celine”. A secas: cuentazos. Los demás también, pero consigno esos tres por cuestiones personales, en la relectura he vuelto a experimentar, entre cosas que por pudor no voy a decir, lo que pocas veces me pasa: levantar la mirada.

Ocurre que García Falcón tiene algo muy presente a la hora de escribir, que es lo debe interesar por encima de todo cuando se pergeña una ficción: pensar en el lector, detalle últimamente involuntariamente denostado por ciertos escribas.

Ahora, que no se piense que estoy catalogando a PP como el libro más maravilloso del universo. Como ocurre con todos los libros, y en especial con uno tan bueno como el que me compete, este no está libre de algunos excesos, como la mirada de los protagonistas en cuanto al amor idealizado.

(Algunas opiniones sobre la prosa del autor:
“García falcón es de los escritores que pueden escribir de lo que le venga en gana, tiene las armas y el talento”, me dijo el autor de CABALLOS DE MEDIANOCHE en una conversa en la última FIL.

Y esta otra del autor de LOS EUNUCOS INMORTALES: “La mejor prosa de entre los escritores jóvenes es la de García Falcón”, dicho en una tertulia, hace algunos meses, en el bar Don Lucho, en la que también estuvo el amigo O.)

Releyendo PP como que no es descabellado desear que en un futuro pueda llegar a otros ámbitos, ya que entre nosotros ya ha demostrado, y con ventaja, su valía. Y no es una exageración, ni mucho menos una muestra de fumada de mi parte, decir que es uno de los libros referentes para las próximas generaciones de escritores peruanos. Es un libro que va a quedar.

Imagen, París Personal

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