martes, octubre 07, 2008

Rubem Fonseca


Exactamente a aquella hora, dos y cuarto de la mañana, en que el senador Vitor Freitas comenzaba a dormir embriagado en el piso de su residencia, el periodista Carlos Lacerda llegaba al regimiento de caballería de la Policía Militar, en la calle Salvador de Sá, acompañado de una enorme comitiva que incluía abogados, periodistas, el jefe de la Policía, el inspector Pastor y varios oficiales del Ejército, la Marina y la Aviación. El coronel del Ejército Florencio Lessa, comandante del regimiento, esperaba a Lacerda y su grupo.

Lacerda iba a hacer el reconocimiento de su agresor entre los miembros de la guardia. O de los agresores, como él afirmaba, contrariando las conclusiones del inspector Pastor. Lacerda no gustaba de Pastor y había escrito en su periódico que la hipótesis según la cual él, Lacerda, era el asesino del mayor Vaz, había sido inventada por la Policía y por el propio inspector que presidía la investigación. Una de las preguntas hechas por el inspector al celador del edificio fue con la intención de saber si se había presentado un altercado entre el mayor Vaz y Lacerda. Para el periodista, la autoridad que dirigía la investigación tenía la obligación de pensar todas las hipótesis, mas, ante la evidencia del crimen cometido por terceros, con testigos y fuertes indicios, era inútil tan “monstruosa indagación”, e incomprensible la sospecha del inspector.

Pastor tampoco gustaba de Lacerda. La tensa relación entre los dos era cortés pero hostil.

A las dos y media llegaron al cuartel cuarenta y siete hombres, guardias del presidente.

- El efectivo de la guardia es de ochenta y tres hombres –dijo el mayor Enio Garcez dos Reis, jefe de vigilancia del palacio de Catete, que acompañaba a los guardias del presidente-. Con todo, solo conseguí localizar, teniendo en cuenta la convocatoria súbita, a cuarenta y siete miembros.

Alguien hizo saber que el número de los integrantes de la guardia era de doscientos hombres y no de ochenta y tres, como aseguraba el mayor Enio.

El mayor, ante esas afirmaciones, explicó que los guardias efectivos eran ochenta y tres, pero admitió que existía un contingente extra de más de ciento diecisiete hombres.

En grupos de cinco, los guardias desfilaron delante de Lacerda y las autoridades que lo habían acompañado.

Eran las cuatro de la mañana cuando el reconocimiento terminó. Dos guardias habían sido destacados por Lacerda.

- Reconocí en Antonio Fortes Filho –dijo el periodista- al tipo físico que más se asemeja al individuo gordo y bajito que estaba apostado en la esquina de las calles Paula Freitas y Tonelero. Y en José Pombo Pereira, alias Mansa Paloma, al individuo más parecido a aquel que hirió al mayor.

(De: AGOSTO. La Otra Orilla. Norma, 1994)

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