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Días ajetreados que se manifiestan en un
cansancio sin parangón en los últimos meses.
Presentación en Sur.
Conferencia en San Marcos en el día de
su aniversario.
Y conversatorio en El Virrey de Lima.
Para alguien al que no le gusta salir de
su casa, hacerlo en tres ocasiones seguidas sí genera un desgaste mental,
bueno, es así como me siento después de una participación ante el público, en
la que debes pensar más tus ideas, escoger tus palabras y sustentar con
argumentos. Si eso no es desgaste mental, no sé qué cosa podría ser.
Lo bueno es que las tres actividades
salieron muy bien.
El miércoles, antes y después de la
presentación del libro-homenaje a Alfonso Cisneros Cox, estuve conversando con
Luis Hernán, que estuvo de viaje relámpago por Lima, y aprovechamos en hablar de su última novela.
Mientras me hablaba de los diálogos de esta última entrega con otras suyas
anteriores, pensaba en su poética, que
se sostiene en más de cinco títulos, y no solo bien recibidos por la crítica, sino
que han sabido forjar una comunidad de lectores alrededor de la misma, pero
comunidad que más parece un gueto, porque los nuevos lectores interesados en la
narrativa peruana andan más concentrados en las nuevas voces de los grandes
sellos y, en algunos casos, en las de ciertos sellos independientes, que
terminan opacando voces sólidas como las de Luis Hernán. No sé, ni le pregunté,
qué pensaba él al respecto, pero si llamó mi atención que a él no le preocupara
tanto parecer escritor, con serlo le bastaba y sobraba. Aunque claro, esto es
más que nada responsabilidad de la crítica que no ha sabido cartografiar la
narrativa peruana última para los nuevos entusiasmados en la misma, una crítica
que cada día me recuerda más a ciertas respuestas en Escritores peruanos. Que piensan, Que dicen de Luchting, respuestas
relacionadas a la crítica y el juego sucio de esta, que cuando se propone ser
sucia, bien puede competir con el basural de los sentimientos menores.
Y el jueves, bendito jueves. Mi conferencia
en San Marcos sobre la novísima poesía peruana y el compromiso político de los poetas
del 2010 en adelante. Creo que esa tarde saqué más balas de las que pensé que
podía usar. Le he prometido a Roberto, uno de los organizadores, que publicaría
mi texto de varias miles de palabras, obvio, en este blog, aunque antes en una
plataforma ajena a la mía. Quizá en LPG, pero lo veré en los próximos días que
regrese al texto en cuestión para insertar algunos conceptos que no tuve
presente, pero que podrían ofrecer más luces, muchas más de las que supongo.
Después de la conferencia, tuve que hacer algunas cosas por el centro, en donde
me encontré con Miguel en el Domino´s, para luego ir a los jueves culturales de
los libreros quilquenses ubicados en el Parque de la Integración en el Rímac.
Llegué cansado a casa ese jueves, o lo
que quedaba del día, y al día siguiente, tenía la conversa con Christian en El
Virrey de Lima, la misma que salió excelente y que no solo me hace pensar en la
proyección de este autor, sino en algo que vemos entre tanto chancateclas, es
decir, convicción por el oficio de la escritura, que tarde o temprano se
convierte en legitimidad literaria.
Y este sábado, me dediqué en dormir,
leer y pasear a Onur, que cada día anda más hiperactivo, razón no le falta,
ayer viernes 13 cumplió un año.
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