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Mañana de sol que se antoja por demás
ajetreada. Lo primero que hago es servirme una taza de café y luego saco a
pasear a Onur. No puedo negar la ternura que siento cada vez que le pongo la
correa al perro. Me recuerda a la alegría de “Cachetada nocturna” ante la
publicación de su novela premiada por el Copé.
Sin más, mi perro es la metáfora de la
alegría.
Caminamos por el barrio y Onur reconoce
a sus congéneres, a quienes se acerca. Siempre me ha llamado la atención la interacción
de los canes. Aprovecho en comprar un jugo de naranja y los diarios del día,
tres, para empaparme de info ya que este fin de semana he estado desconectado
de todo.
Sabía a lo que me exponía, las portadas
de los diarios tienen el poder suficiente de sacarme de mis casillas.
Siguen exhibiendo ese poder, no hay nada
para celebrar al ver que la Rata naranja se ubica en la delantera en las
preferencias electorales de cara a los comicios del 5 de junio. Eso demuestra,
una vez más, que somos un país que arrastra muchas taras, una especie de
egoísmo, la piconería, tal y como lo demuestra ahora la izquierda, abocada a
atacar a una cucaracha amarilla que seguir criticando a la Rata naranja, no
porque hay que apoyar a PPK, sino porque el objetivo es precisamente que la
mafia naranja no regrese al poder. Claro, de ser así, esto lo enfrentaremos los
que nos quedemos, poco o nada se puede hacer si vemos el partido de lejos,
aunque más de un baboso cree que es lo mismo jugar de lejos que de cerca, más
aún cuando opinan como buenos, ahuevados en el teleobjetivo. A las cucarachas
se las pisa y listo, pero a las ratas hay que perseguirlas, hacer un poco de
trabajo de campo, ver una estrategia para el bocado y esas cosas.
Pero es la izquierda peruana, inmadura,
tarada, soberbia. En lo que a mí respecta, no espero gran cosa de ella, experta
en hacerse la huevona, porque si la Rata naranja está ahora donde está, es
gracias a este gobierno mediocre que la izquierda apoyó cinco años atrás. Un
poco de memoria….
Una vez de regreso en casa, me pongo a
leer una novela de la que me han estado hablando muy bien, Moon Tiger.
Este es el momento del día en el que
cada detalle encierra una justificación.
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