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El tibio sol de otoño. Disfruto de este
sol tibio, más cuando me dirijo a la tienda por una cajetilla de cigarros y un
par de cusqueñas en lata. Por un momento, el ambiente se tiñe de un luminoso
sepia y camino despacio a la tienda.
Me despejo lo más posible, en una hora
comenzaré el día, metido en esas horas
frenéticas de escritura no necesariamente relacionadas a la ficción, aunque
siendo francos, hace tiempo que no escribo nada de ficción. ¿O habré abandonado
la ficción como ejercicio literario? Bueno, tampoco es algo que asuma con
lamento porque no tengo nada de qué lamentarme al respecto. Simplemente escribo,
a mi regalada gana. Ese es el secreto, que no lo es tanto, además, los libros
salen cuando tienen que salir, tranquilos, sanos, sin los traumas de muchos
libros que pudieron ser buenos o interesantes pero que son víctimas de los
apuros del proceso de edición, que es lo peor que le puede ocurrir a un libro y
que más temprano que tarde le generará un fuerte daño emocional al autor.
Hace unos días, mientras conversaba con
un par de patas y la novia de uno de estos, en El Monarca, vino a cuenta un
tema que vengo pensando desde hace un tiempo. Los tres me animaron a que haga
algo al respecto con esa idea, porque podía salir algo interesante. Más o
menos, el asunto era escribir sobre los libros en los que tuve algo que ver,
como lector y editor, libros que con el tiempo, y para suerte mía, tuvieron una
buen destino literario. No niego que por un instante me sentí como si
personificara la historia literaria de la narrativa peruana de los últimos
años; claro, lo mío era leer, sugerir y brindar algunas pautas, siempre
pensando en libros, en la potencialidad de los mismos, pero lo que nunca pensé
era en lo que se convertirían sus autores, dueños de sí mismos, excelentes
vendedores de su propia poética.
Compro las cajetillas y las Cusqueñas.
Se manifiesta el vibrador de mi celular.
Me llama una amiga que me pregunta por la dirección exacta de Sur, en donde en
unas horas presentaré la excelente novela de Parra.
Días atrás reproduje en el blog la
reseña que hice del libro, publicada en principio en el Face de El Virrey de
Lima. El texto que aparece en este blog ha venido recibiendo muchas visitas,
según lo que señala el Statcounter, algo que no me sorprende, puesto que es una
de las mejores novelas que he leído en los últimos meses, novela que pone en
orden muchísimas cosas en este patio de recreo en el que se ha convertido la
narrativa peruana.
A diferencia de otros días, al menos
paso de largo de las secciones de política de los diarios. Ya mucha huevada,
este país no se salva de la estupidez.
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