jueves, mayo 05, 2016

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El tibio sol de otoño. Disfruto de este sol tibio, más cuando me dirijo a la tienda por una cajetilla de cigarros y un par de cusqueñas en lata. Por un momento, el ambiente se tiñe de un luminoso sepia y camino despacio a la tienda.
Me despejo lo más posible, en una hora comenzaré  el día, metido en esas horas frenéticas de escritura no necesariamente relacionadas a la ficción, aunque siendo francos, hace tiempo que no escribo nada de ficción. ¿O habré abandonado la ficción como ejercicio literario? Bueno, tampoco es algo que asuma con lamento porque no tengo nada de qué lamentarme al respecto. Simplemente escribo, a mi regalada gana. Ese es el secreto, que no lo es tanto, además, los libros salen cuando tienen que salir, tranquilos, sanos, sin los traumas de muchos libros que pudieron ser buenos o interesantes pero que son víctimas de los apuros del proceso de edición, que es lo peor que le puede ocurrir a un libro y que más temprano que tarde le generará un fuerte daño emocional al autor.
Hace unos días, mientras conversaba con un par de patas y la novia de uno de estos, en El Monarca, vino a cuenta un tema que vengo pensando desde hace un tiempo. Los tres me animaron a que haga algo al respecto con esa idea, porque podía salir algo interesante. Más o menos, el asunto era escribir sobre los libros en los que tuve algo que ver, como lector y editor, libros que con el tiempo, y para suerte mía, tuvieron una buen destino literario. No niego que por un instante me sentí como si personificara la historia literaria de la narrativa peruana de los últimos años; claro, lo mío era leer, sugerir y brindar algunas pautas, siempre pensando en libros, en la potencialidad de los mismos, pero lo que nunca pensé era en lo que se convertirían sus autores, dueños de sí mismos, excelentes vendedores de su propia poética.
Compro las cajetillas y las Cusqueñas.
Se manifiesta el vibrador de mi celular. Me llama una amiga que me pregunta por la dirección exacta de Sur, en donde en unas horas presentaré la excelente novela de Parra.
Días atrás reproduje en el blog la reseña que hice del libro, publicada en principio en el Face de El Virrey de Lima. El texto que aparece en este blog ha venido recibiendo muchas visitas, según lo que señala el Statcounter, algo que no me sorprende, puesto que es una de las mejores novelas que he leído en los últimos meses, novela que pone en orden muchísimas cosas en este patio de recreo en el que se ha convertido la narrativa peruana. 
A diferencia de otros días, al menos paso de largo de las secciones de política de los diarios. Ya mucha huevada, este país no se salva de la estupidez.

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