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En el jardín de mi madre, ubicado en
nuestra sección del parque que tenemos exactamente detrás de nuestra casa, han
salido rosas que exhiben un mágico brillo, seguramente a cuenta del sol tibio y
generoso en luminosidad.
Mi madre me pide que saque las rosas, porque
esas son las rosas que le gustaban a mi abuelita, a quien visitaremos en las
próximas horas. Entonces, cojo la tijera para plantas y flores, y me dispongo a
cortarlas, siempre respetando los 30 centímetros de rigor del tallo. A mi lado,
Onur mira tranquilo lo que hago, no hay perros ni perras a la vista, y mejor
así. Mejor porque de esta manera acabo rápido y mientras más rápido lo haga,
comienzo a trabajar en los textos que me tendrán muy al límite esta semana.
Y sigo con el tema de Charly García
desde ayer, “Nuevos trapos”. De las ejecuciones musicales, me vacila mucho lo
que se puede hacer con el bajo y si no me equivoco, en la época de la canción,
el bajista de García era pues Pedro Aznar. Además, de toda banda que escucho,
me fijo en especial en la ejecución del bajo, instrumento más importante, a lo
mejor el más importante, el que dirige el ritmo y la armonía. Más allá de su
talento para el canto y las letras de canciones, Aznar es más que un eficiente
bajista, y, seguro peco de exceso especulativo, fue quien ordenó musicalmente
más de una canción en su época que integraba la banda de su endiablado
compatriota.
Al par de horas me conecto al Face. Lo
que veo es deprimente. El debate de anoche es la metáfora de la desgracia por
excelencia.
Sin embargo, más de uno le exige a PPK
lo que este tío no puede hacer, ponerse al nivel de La rata naranja, llevar el debate
a una pelea escolar. Prestarse a eso es perder, es como si yo discutiera con un
escritor al que jamás reseñé porque su libro es una porquería y que en su
reclamo me exhibe más de un complejo producto de su fealdad. No, así no va: la
guerra contra la mafia naranja debe ir por otro lado, y eso va a depender de
aquellos que no quieren devuelta a la mafia en Palacio, de los que no quieren
que este país se convierta en un narcoestado.
No, PPK no debe convencer a la masa. La
masa está con La rata naranja. Lo que debe hacer este tío es convencer a los
indecisos. La diferencia es corta, no hablamos de diferencias aplastantes como
para pensar en convencer a una mayoría que siempre ha apoyado al fujimorismo.
Claro, la tarea es ardua y parece imposible, pero paso a paso, comienza
convenciendo/comprometiendo a tus allegados. Así, de a pocos…
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