574
Al menos lo intenté, y el intento fue
exitoso durante un par de semanas en las que mi sueño fue normal, pero esta
madrugada no fue así, aunque por un momento pensé que mi falta de sueño se haya
debido al mensaje a la nación de PPK, que tantas reacciones no pensadas/no
reflexionadas viene motivando en la red. En lo personal, prefiero ver ese
mensaje como el primer paso de una estrategia mayor, porque a las ratas naranjas
y a su recua de matones se les tiene que vencer con astucia, no con prepotencia,
no en igualdad de fuerzas, porque las ratas y su recua son más, y no por
actitud, sino porque estas cuentan con el apoyo de millones de compatriotas
desinformados, aún más furiosos por la derrota electoral que sus tristes
referentes naranjas. Albergo esa esperanza, de estar ante una estrategia mayor.
Pero también sé que de no ser PPK el presidente, si en su lugar estuvieran
Mendoza, Barnechea, Guzmán o Toledo, la actitud que tomarían en un contexto
como este sería la misma, o peor.
Pero no fue el mensaje de PPK lo que me
ha devuelto al insomnio, sino un texto que olvidé editar y que trabajé en las
últimas horas, texto que al someterlo a escrutinio, me ha quedado de la
putamadre. Algo me dice que el texto de DK le hace honor a la serie que lo
inspira, Breaking Bad, que para
editarlo, y corroborar cierta información perdida en el olvido, hizo que fuera
a mi cuenta de Neftlix y la busque, y de esta manera recorrer ciertos capítulos
que, en gracia involuntaria, me transportó a las horas de los días en que me
entregaba a incansables maratones de esta serie, siendo testigo adrenalínico de
la transmutación de Walter White, pero esta vuelta salpicada permitió que me
fijé en algunos personajes a la vez presentes y ausentes de mi memoria, como la
temible Skyler, a quien solía llamar “Doña Tentación” y Gus Fring, el narco
dueño de Pollos Hermanos.
A las 5 y 30 de la mañana sintonizo en
Fox Sports la Semifinal del Mundial de Clubes entre el Nacional de Medellín y
el Kashima, práctica que sin duda repetiré mañana para ver el Madrid contra el
América. Me sirvo café, pero Onur se me acerca y posa sus patas delanteras en
mis rodillas. No sé si quiere que lo saque al parque o comida, o ambas cosas.
Mientras decido, porque estas cosas se deciden en cuestión de segundos, el
Kashima se pone en ventaja. Entonces no lo pienso más, pronuncio la palabra que
electrifica a mi falso pekinés: “vamos”. Y busco su correa, y eso es lo que me
apena, tanto hemos engreído al perro en casa, que no le hace caso a nadie. Por
eso le tengo que poner la correa, en caso contrario, nada lo detiene hasta
encontrar a alguna perra, porque su otra función en la vida es preñar perras,
porque ellas lo buscan, valgan verdades.
0 Comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal