lunes, enero 16, 2017

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Me sirvo un jugo de plátano con leche y me aboco a ver las noticias antes de sentarme a trabajar.
Y ahora que escribo el post, barajaré la idea de no ver noticias, al menos no después de mi primera sesión de pesas. Porque lo que acabo de ver, y de ser cierto, se pondría en tela de juicio el discurso de todos aquellos intelectuales y líderes de opinión de izquierda que apoyaron la candidatura de Ollanta Humala en el 2011. En lo personal nunca me convenció la candidatura de Humala, porque me resultaba imposible apoyar a alguien de quien se sospechaba como violador de derechos humanos. Apoyar a un personaje como este fue el mayor error de la izquierda en su historia. Aplaudir a un cachaco ignorante, de quien se decía que era un violador de derechos humanos, no fue más que el reflejo de la verdadera crisis moral de la izquierda. Ahora el discurso de la izquierda peruana se socava más, porque las informaciones provenientes de Brasil señalan que Lula Da Silva dio el visto para que Odebrecht donara 3 millones de dólares a la campaña de Humala, campaña que recuerdo como millonaria. Sin duda, la derecha es lo que es en este país porque tiene ante sí a la izquierda que necesita. 
Entonces, hago lo que debí: apagar el televisor y me pongo a escuchar a John Coltrane. Subo el volumen y en ese ritmo comienzo a desplegar las fichas y el cuaderno sobre el escritorio, debo ordenar los apuntes que hice mucho tiempo atrás, pensando ahora en el ensayo que me han pedido sobre poesía peruana contemporánea. Algunas de estas fichas ya tienen sus años, la amenaza sepia puede verse en sus bordes y, en algunas, en sus centros. Como se supone, me encuentro ante un enfrentamiento con la memoria, me pregunto en qué pensaba cuando escribí sobre un poemario que años después dejó de gustarme. Esas fichas reflejan mi estado impresionista, pero lo que me deja tranquilo es que sí he acertado en la valoración de la mayoría de títulos, algunos han sobrevivido con gallardía, otros resisten gracias al figuretismo de sus autores… Bueno, imagino que más de uno saltará cuando se publique el ensayo, y solo espero que esas reacciones no se parezcan a las reacciones circenses del gordo Gómez.

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