intereses
Sabemos que la institucionalidad de este
país puede ser una mierda, como sabemos también que lo es el sistema que la
sostiene. Cuando lo anormal es regla y lo normal es suceso, ese es pues nuestro
querido Perú.
Por ello, nos podemos sentir ligeramente
satisfechos, aunque sea podríamos respirar un poco, reafirmar fugazmente
nuestra fe en el sistema, creer que aún impera en nuestra sociedad una reserva
moral, o si gustas, la puedes llamar sentido común.
Ya era hora. Estaban pasando piola.
Mucho Odebrecht y poca atención a los narcodólares de la tienda naranja, y,
claro, demasiada conchudez de esta exigiendo profilaxis en la política
nacional.
Por ello, se saluda que la Fiscalía
incluya a la líder naranja, Keiko Fujimori, en la investigación que por lavado de activos le sigue al también líder naranja Joaquín Ramírez. Así es, el hombre
que se portaba con el dineral de la campaña presidencial de la hija del ex
dictador.
Sin embargo, no causa extrañeza que
pocos medios den cuenta de esta noticia. Lo sabemos, y de sobra: los grandes
medios de comunicación han demostrado eficiencia en nobles objetivos: la
noticia estratégica para no chocar con sus intereses, como hoy, políticos.
Pienso en El Comercio, en Perú 21, desentendidos como medios de
comunicación de referencia, convertidos en empresas que cuidan precisamente sus
empresas.
Ese es el periodismo peruano del
presente siglo, y al parecer no pocos periodistas están felices con pertenecer
a él. El cuestionamiento y la búsqueda de la verdad no son sus medios ni sus
fines, les basta y les sobre con la docilidad.
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