martes, abril 04, 2017

contrabando gremial

 A razón de los exabruptos cometidos por las conductoras de radio y televisión Patricia del Río y Magaly Medina, quienes maltrataron a los estudiantes de la universidad San Marcos, el Colegio de Periodistas del Perú emitió un comunicado en el que condena estas actitudes.
Como bien se sabe, ambas conductoras exhibieron un miserabilismo hacia los estudiantes que vienen luchando por un derecho que consideran justo. Por ello, esta actitud ahora les está pasando una factura muy cara. Hasta aquí, el comunicado de la institución resulta más que pertinente y del que consideramos que ha tardado en darse a conocer.
Sin embargo, el comunicado se desdibuja por completo cuando se intenta llevar la inicial intención textual hacia los molinos gremiales. En él también se señala que Medina y Del Río son una consecuencia de la “nefasta ley 26937” impulsada por Torres y Torres Lara, “que permite a cualquier ciudadano ejercer esta profesión, ocasionando una competencia desleal con los miles de jóvenes que estudian periodismo y ciencias de la comunicación en diferentes universidades.”
Sea quien fuere el que haya redactado ese documento ha dejado constancia no solo de su ignorancia, sino también de su mezquindad hacia mujeres y hombres que en base a convicción de oficio y motivados por la búsqueda de la verdad han formado una escuela ética de periodismo sin depender para ello de una formación superior que los acredite como periodistas. Si nos ceñimos a ejemplos, la lista puede ser muy larga y contundente, pero vayan algunos nombres para el desasnamiento de las cabezas que han escrito ese espanto de comunicado: César Lévano, Gustavo Gorriti, Enrique Zileri, César Hildebrandt, Fernando Ampuero, Doris Gibson y “El chino” Domínguez.
Más bien, si algo debería preocupar al Colegio de Periodistas en el Perú es el alarmante bajo nivel cultural de muchísimos de sus alumnos egresados, que a las justas pueden redactar un texto, a los que no les interesa leer, carentes de espíritu crítico y dispuestos a venderse al primer postor, y para colmo, exhibiendo una pose que no conoce de ética. Al respecto, recordemos el rol entreguista de muchos periodistas de carrera durante el fujimorato.  
Se debe tener cuidado cuando se escribe y publica un texto que pretende ser un llamado de atención sobre un hecho muy puntual. Hacer uso de la demagogia alimentada con el contrabando gremial, es no menos que una bajeza contra una tradición y memoria del periodismo peruano formado por mujeres y hombres de bien.

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