para no decir nada
Mientras caminaba por Quilca y Camaná, a
la caza de un libro específico sobre una cultura precolombina, el azar quiso
que me topara, y en cuatro ocasiones y lugares distintos, con siete libros de
narrativa peruana noventera. No los compré porque los tengo, pero la ocasión me
resultó propicia para revisarlos, más aún cuando supe que no encontraría el
libro que andaba buscando, el cual me ayudaría en un reportaje.
Tres novelas y cuatro cuentarios. Revisé
sus páginas y recordaba el contexto en que los leí, conformado por años signados
por la salvaje lectura. Al vuelo, no había mucho que comparar en términos de
escritura con la producción narrativa del presente siglo. En este sentido, ha
habido un avance. Sin embargo, revisarlos me hizo tener una idea más clara de
lo que era la práctica de escribir en esos años, especialmente el aliento en el
que descansaba su ejecución. Un aliento en el que podías notar una luz pese a
los defectos formales y, seguramente, las pocas lecturas formativas de sus
autores. Me sentí agradecido, porque esa luz es detrás de las palabras es lo
que justifica la experiencia literaria, pequeño gran detalle ausente en la
narrativa peruana actual.
Es decir, no basta con escribir bien.
Escribir bien para no decir nada. Por eso tenemos autores talentosos pero que
no comunican, entregados a una pedantería verbal que delata una clamorosa falta
de personalidad. La mentira de un supuesto buen momento se construye a cuenta
de las ventajas que hoy por hoy deparan las redes sociales que, más allá de sus
curiosas taras, hacen que las nuevas e inevitables argollas compartan un involuntario
fin común: la no existencia de malos escritores peruanos.
Cuando dejé en su lugar el último libro
noventero, me fue imposible no pensar en qué había sido de sus autores. A un
par los busqué por Facebook, a quienes me alegró verlos como felices padres de
familia, pero también recordé las malas reseñas que recibieron a causa de la
poca pericia verbal que exhibían en sus libros. Imagino que llegará el día en
que se les haga justicia.
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