salvar a la izquierda
En la tarde, mientras me preparaban un
rico capuchino casero, pensaba en las noticias leídas en la mañana, en los
reportajes de los noticieros de anoche y las notas de las webs de los diarios
locales. El tema, uno excluyente: los restos del cuerpo aparecido en Madre Mía,
pequeño detalle que confirmaría lo que sabemos los informados: tuvimos un presidente
asesino, un hacedor de crímenes de lesa humanidad, que descuartizaba a sus víctimas
y, no contento con eso, las enterraba vivas.
A la izquierda peruana no la matan sus
representantes congresales. Podrán ser de izquierda, pero ello no los libra de
las taras tan dignas de la criollada nacional. Este país está poblado de
machistas y de mujeres y hombres que no dudan mostrar sus sentimientos menores
cada vez que pueden, muestrario que no es propiedad de bando ideológico alguno.
No pues, esto no matará a la izquierda.
Lo que la destruirá es el apoyo que le
dieron a Ollanta Humala, y créanme, muchachos, la actitud huevera de mirar a otro
lado no les ayuda en nada. Los líderes de la izquierda tendrían que
pronunciarse al respecto, pero hablo de los referentes que gozan de la
legitimidad moral, no la sarta de opinólogos de las redes sociales, como el
defensor de Nadine, Gustavo Faverón, y el lustratacos de Veronika Mendoza,
Chiboliné du France.
A buscar a los genuinos líderes de opinión
hasta para la autocrítica. Si en mí estuviera, llamaría al maestro César Lévano
para que brinde una charla de historia sobre la izquierda en Perú que, contra
lo que muchos suponen, aún puede lavarse la cara.
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