miércoles, noviembre 01, 2017

calvo / las

Luego de una exitosa Noche de los libros en Sur, me pongo a revisar un par de los títulos adquiridos mientras espero que abandone la librería el último lector, que ha llegado con su esposa, ataviada para lo que supongo será una fiesta de brujas.
Aunque no es un título nuevo, me siento más que satisfecho por tener otra vez los tres tomos de Edipo entre los Incas de César Calvo. Bien sabe el lector informado que el escritor consideró esta publicación su obra mayor, aunque este juicio puede ser puesto en duda, ya que no son pocos los que consideran que su poesía fue lo mejor que ofreció. Más allá de esta impresión, llama la atención el entusiasmo de la inteligencia de Calvo al servicio de la escritura. Si había algo que derrochaba nuestro vate era precisamente muchísima intuición, un olfato para percibir y leer la vida, y el oído para recoger leyendas no oficiales.
Hallé estos libros en el momento preciso, y ahora sí, con la promesa de no volverlos a prestar, aunque sé que mis primeros tomos de Edipo están en buenas manos, seguramente en los anaqueles de una feliz familia parisina.
De la copiosa bibliografía de Luis Alberto Sánchez, aunque más de uno lo haya calificado de imbécil, como Luis Harss en Los nuestros, nadie pone en entredicho la importancia de El Perú: Retrato de un país adolescente, título que ya tendría que ser de lectura obligatoria en los últimos años de la etapa escolar. El libro de LAS que ahora me acompaña, junto al ejemplar de 1960 al que basta con abrirlo apenas para que mi rostro quede cubierto de polvillo, es Aladino, o vida y obra de José Santos Chocano, en pulcra edición del Congreso, a un precio por demás asequible si lo comparamos con los de administraciones anteriores. 
Estamos ante una maravilla de biografía, escrita no solo con pasión, sino también con una invalorable cuota de prejuicio que condimenta el recuento vital de uno de los poetas más egocéntricos de la tradición literaria peruana. Muchas veces he pensado en que si este libro hubiera sido más leído, posiblemente se habría germinado entre nosotros una interesante tradición de biógrafos. Biógrafos es pues lo que falta, tenemos grandes voces que ya vienen reclamando su biografía.

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