viernes, noviembre 03, 2017

poeta secreto

Ser poeta peruano es como una excentricidad para todo aquel que se asume como tal, bueno, razón no falta a cuenta de la tradición a la que pertenece. Al menos, esta es la idea con la que trato de explicarme su comportamiento público, aunque es justo señalar que la moderación de la payasada viene apoderándose en este sujeto, sin duda, a causa de la vergüenza inmediata que suponen las redes sociales, espacios gaseosos en los que tienes el derecho de ser lo que en la vida real jamás serás.
Por ello, no es menos gratificante el reencuentro con poetas silenciosos, secretos, ajenos a la barbarie del egocentrismo, conformes con lo que en materia literaria han logrado, que en el caso que motiva el post, no es poco. Me refiero, ya por tercera o cuarta vez en este espacio, a José Cerna y la maravilla poética llamada Ruda.
¿Acaso Cerna es el Salinger de la poesía latinoamericana? Me pregunto cada vez que hablo con amigos sobre poesía peruana contemporánea. Obviamente, y esto para los prejuiciosos que leen el blog sin entender, lo de Salinger no tiene que ver con el carácter arisco, sino con el retraimiento que ha signado la vida del poeta. Además, en mi etapa de librero hablé con él y me pareció una muy buena persona.
José Cerna se dio a conocer en Estos 13, la histórica antología de José Miguel Oviedo. En aquellos años, no pocos poetas de la antología setentera ya tenían poemario publicado o estaban a nada de entregar uno a las imprentas, sin embargo, Cerna ingresó tarde al terreno de los editados.
Recién lo hizo en 2001. Aquella Ruda vino por cuenta del peculiar sello Lluvia Editores y su difusión no fue la que se esperaba, pero bastó para forjar eco en algunos lectores, lectores que hicieron de este Poema sobre la calle y sus humores uno de culto. Además, la publicación era ajena al formato clásico de libro, esta tenía las hojas sueltas dentro de una suerte de folder manila.
En 2012, el sello Sol Mayor vuelve a publicar Ruda, en la que considero una edición pulcrísima y definitiva. 25 hojas, también sueltas, en folder verde. No sé si aún pueda encontrarse en librerías locales, pero bien vale el esfuerzo que demanda su búsqueda. 
Cuando hablamos de poesía, el poeta debe saber cuándo callar. La poesía no debe ser una carrera de hienas. El poeta debe publicar para callar. Creo que eso es lo hizo Cerna, le bastó Ruda. ¿Para qué más?

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