derrotada
Qué bien se siente ver derrotada a esa
basura y porquería de ser humano que responde al nombre de Keiko Fujimori.
Ha quedado claro, una vez más, que el
antifujimorismo goza de buena salud. Hubo pues una corriente de opinión en
contra del abuso naranja. A medida que pasaban las horas del jueves, el sentido
común y el criterio básico comenzaban a ganar terreno en los congresistas que
decidirían la permanencia o no en la presidencia de Pedro Pablo Kuczynski. Lo
vimos en las abstenciones.
El fujimorismo consiguió 79 votos de los
87 que necesitaba para vacar a PPK. Su intención quedó al descubierto, esta
moción no era más que el paso previo al principal objetivo, el Tribunal Constitucional.
Los naranjas están en una lucha contra el tiempo, porque es cuestión de días
para que cangrejo Odebrecht alcance a la vaga que tienen como lideresa. La meta
es implícita: copar los principales poderes institucionales y administrar
justicia a su gusto, tal y como lo hacían en los noventa.
Hubo negociado, pero también venganza
política, que se pudo ver en el castigado hermano menor de los Fujimori, Kenji.
Algunos lo califican como el héroe de esta jornada, que jaló para sus
propósitos una decena de votos que se creían fijos en la bancada de la mafia. Quien
escribe jamás podría calificar de héroe a un Fujimori, que también deberá
responder a la justicia en su momento. Lo que ocurrió fue una muestra más de la
putridez que signa al clan, el manifiesto del sentimiento menor (llámalo
deslealtad) en pos de la destrucción de la hermana y el reclamo de la
posibilidad de postular a la presidencia.
Ahora el ánimo es
otro. Ya podemos terminar este año, preocupados en lo que debe preocupar, sin
estar pendientes de caprichos políticos. PPK puede respirar tranquilo, pero
tampoco puede sentirse seguro, porque si algo ha quedado en evidencia, es que
el antifujimorismo tampoco lo quiere.
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