viernes, diciembre 22, 2017

derrotada

Qué bien se siente ver derrotada a esa basura y porquería de ser humano que responde al nombre de Keiko Fujimori.
Ha quedado claro, una vez más, que el antifujimorismo goza de buena salud. Hubo pues una corriente de opinión en contra del abuso naranja. A medida que pasaban las horas del jueves, el sentido común y el criterio básico comenzaban a ganar terreno en los congresistas que decidirían la permanencia o no en la presidencia de Pedro Pablo Kuczynski. Lo vimos en las abstenciones.
El fujimorismo consiguió 79 votos de los 87 que necesitaba para vacar a PPK. Su intención quedó al descubierto, esta moción no era más que el paso previo al principal objetivo, el Tribunal Constitucional. Los naranjas están en una lucha contra el tiempo, porque es cuestión de días para que cangrejo Odebrecht alcance a la vaga que tienen como lideresa. La meta es implícita: copar los principales poderes institucionales y administrar justicia a su gusto, tal y como lo hacían en los noventa.
Hubo negociado, pero también venganza política, que se pudo ver en el castigado hermano menor de los Fujimori, Kenji. Algunos lo califican como el héroe de esta jornada, que jaló para sus propósitos una decena de votos que se creían fijos en la bancada de la mafia. Quien escribe jamás podría calificar de héroe a un Fujimori, que también deberá responder a la justicia en su momento. Lo que ocurrió fue una muestra más de la putridez que signa al clan, el manifiesto del sentimiento menor (llámalo deslealtad) en pos de la destrucción de la hermana y el reclamo de la posibilidad de postular a la presidencia. 
Ahora el ánimo es otro. Ya podemos terminar este año, preocupados en lo que debe preocupar, sin estar pendientes de caprichos políticos. PPK puede respirar tranquilo, pero tampoco puede sentirse seguro, porque si algo ha quedado en evidencia, es que el antifujimorismo tampoco lo quiere.

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