realidad gris
Mientras esperaba a que trajeran un par
de botellas de vino, y acomodado en una zona segura de la muchísima gente del
Wong de Dos de mayo, leía lo que siempre leo en esta época del año, solo que
ayer me di cuenta de que regreso a Dirección
única de Walter Benjamin, en esa edición de colores plomo y morado de Alfaguara.
No vale la pena preguntarse por la razón de esta recurrente relectura de fin de
año, al menos no quise pensar en sus motivos, más aún cuando ni tu zona segura es
tal, espacio ahora invadido por adorables seres de menos de un metro de altura.
Es decir, para qué inquietarse por lo
que es, ante lo evidente. Me gusta ese libro de Benjamin y me importa poco la
razón de su relectura en estos días de tráfico, estrés y apuros. Sobre la
realidad, o sus golpes, o quizá su poder de manifestar la incoherencia que
lamentablemente no pocos asumen de la vida virtual, recordé la pregunta que un buen
amigo me hizo días atrás en cuanto a la imagen que no pocos quieren proyectar
en las redes sociales y la gris percepción que experimentan al salir de
ellas.
En esa suerte de divorcio, y cada día me
convenzo de ello, hallamos las más encendidas bajezas. Veamos el origen,
algunas perlas: el narrador likeado hasta por el Papa y que no vende ni trescientos
ejemplares; el lector fijón sin voz, hecho que lo desespera; el aspirante a
escritor que se causea en msn con el narrador/poeta del momento, al que aprecia
por sus cualidades humanas pero al que no demora en odiar porque esta luminaria
no lo saluda en los saraos literarios, no con el entusiasmo mientras comparten
memes y emoticones; el individuo que espera más de un año a que acepten su
solicitud de amistad de Facebook y que una vez consumado el clic, el sobrado
pasa a ser un aliado en la lucha contra los centros de poder cultural, al menos
eso es lo que alucina el individuo.
Acontecimientos maravillosos de la aldea
líquida, y por tales, divertidos. Al menos yo la paso bien ante tanta muestra
histriónica de doble vida, pero no a esos niveles celestiales cuando escucho
los chistes del maestro Melcochita.
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