jueves, febrero 08, 2018

hh 68

En mi extenso recuento, en la sección dedicada a las revistas, consigné la irregularidad de las publicaciones allí mencionadas, aquello no significaba que estuviéramos ante números débiles, pero sin duda esperábamos algo más de algunos textos. Ese fue el caso de la mítica Hueso Húmero 67, que se presentó atractiva pero que no terminó convenciendo. Esta impresión no impide calificarla como la mayor revista literaria y cultural del medio local, del mismo modo como una de las más importantes en el ámbito hispanoamericano. Tampoco podemos ser ajenos a las comparaciones con aquellas revistas literarias del circuito que tenían a HH como faro y que murieron en la ciénaga del entusiasmo, o cuando sus directores cumplieron sus objetivos personales mediante el tarjeteo de, precisamente, sus revistas. Realidad penosa, la misma que pudo evitarse si se aplicaba lo que no en estos predios: la perseverancia en pos del prestigio, que tiene mayor valor que el recuerdo/consuelo de lo que se hizo a medias.
Ahora tengo en mis manos el último número de HH, el 68. Aún no lo termino de leer, pero en lo recorrido hay más de un motivo para recomendar su lectura, como los poemas de John Ashberry, en traducción de Mónica Belevan, Mirko Lauer y Mario Montalbetti; poemas de Valeria Román y Sebastián Salazar Bondy y relatos de Oswaldo Chanove, esto en cuanto a la creación. Pero lo que ha captado mi atención son los textos de Peter Elmore y Julio Ortega. El primero con el ensayo “La migración del Inkarrí” y el segundo con un capítulo de, lo que suponemos, un libro inédito, La comedia literaria. Memorias de la literatura latinoamericana global, “Néstor Sánchez: un escritor desaparecido”. 
Hubo un tiempo en que coleccionaba todos los números de HH. En mi poder tengo cuarenta números, y varios de ellos los asumo como breviarios que releo y reviso. Mentiría si digo que la excelencia ha sido/es la pauta dominante en la revista, sin embargo, es justo señalar que hasta en la irregularidad asistimos a una exigencia que no podemos dejar de reconocer. En la perseverancia y el rigor se sustenta la resonancia que aún sigue despertando esta publicación dirigida por M. Lauer y Abelardo Oquendo.

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