sub 21
Días atrás un amigo que no solo tiene la
costumbre de devorar libros, sino también series, me recomendó ver El marginal, serie argentina que, aparte
de romperla, tendrá muy pronto su versión gringa.
Le hice caso y vi la serie. No sé en qué
radicaba el entusiasmo de mi pequeño amigo, porque me pareció un trabajo por
demás irregular, con vacíos argumentales y apuros en los desenlaces, pero
pasando de estos reparos, hay que reconocer que hallamos personajes bien
configurados y una agilidad narrativa que agradezco. Ver la serie me ha servido
en estos días en los que estamos terminando de editar el libro del año (ya lo
verán), a manera de evasión tras febriles y felices horas de trabajo.
No voy a detallar de qué va la serie,
solo algunos datos para el potencial interesado: se desarrolla en la cárcel San
Onofre, adonde ha ido a parar Miguel Palacios, un ex policía que debe averiguar
en calidad de encubierto el paradero de la hija adolescente de un importante
juez argentino. Bajo el nombre de Pastor Peña, Palacios va cumpliendo sus
objetivos, pero como suele ocurrir en estos proyectos de entretenimiento, las
cosas no se cierran cuando parecen conseguirse.
Entre los microcosmos en conflicto, me
genera interés el grupo de jóvenes presos que se hace llamar la Sub 21. La Sub
21 de El marginal es su sal, el
condimento de la misma. Tenemos al líder César, el enano Pedrito, Arnold y “El
susto”. La Sub 21 se encuentra en permanente enfrentamiento con la banda del
capo Borges, banda que goza de gollerías y que controla el presidio. Sin
embargo, la Sub 21 no se deja amilanar. Estos chicos no buscan la atención de
sus poderosos enemigos, menos lograr un espacio de poder, tampoco destacar como
uno de los grupos más fuertes de la prisión. Lo que les basta y sobra es
pasarla bien y que nadie los joda en sus días de encierro. Cuando el enfrentamiento con la banda de Borges es inevitable, la Sub
21 se cobija en su ley: el apoyo mutuo. Están muy lejos de ser un grupo de
jóvenes huevones. Son maleantes y de armas tomar, y son coherentes con su
principio esencial: no rogar importancia.
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