a indignarse
No
hay nada más estimulante para el espíritu que levantarse tarde tras una
noche-madrugada productiva y toparse con los comentarios en redes a cargo de
las luminarias del pensamiento nacional, el orgullo patrio de la superioridad
moral, el aval ético contra las maldades de este puto mundo neoliberal.
Me
sirvo café y analizo al vuelo la corriente opinativa. Como bien decía Pérez
Reverte en un arranque de lucidez: el ser humano no debe perder la capacidad de
indignarse.
Hay
que ser de piedra, carecer de sensibilidad, para no alarmarse con el ataque de
Estados Unidos, Francia y Reino Unido contra Siria. Son conocidos los intereses
políticos y económicos puestos en juego, aunque, así sorprenda, el tema del petróleo
ya no resulta medular como sí años atrás. Del mismo modo, a nadie sorprende las
mentiras en las que se basan estos tres gobiernos con tal de justificar sus
afanes imperialistas y de dominio.
No
se está diciendo nada novedoso.
Los
poderosos siempre serán los malos, es lo que se señala en el libreto y tienes
que seguirlo y manifestarlo para que no te tengan en menos. No te olvides, nos
encontramos en la época del parecer y
en ello contribuye la trinchera virtual.
Sin
embargo, estas condenas también reflejan su lado débil, el margen lorna que las
delata de posera, oportunistas e inmorales, su mensaje es aberrante: palo y
clavos contra el abuso de los masmáses de occidente y a cerrar el hocico contra
la matanza que el gobierno sirio viene realizando a su población. Claro, los
sirios huyen por decenas de miles, pero no lo hacen solo por las bombas “neoliberales”,
sino por hartazgo e instinto de supervivencia. La nueva generación de sirios no
está dispuesta a sufrir lo que sus padres y abuelos, al menos hará suya la
oportunidad de desatarse de la férula de un asesino como Bashar al Asad.
El
oportunismo progre, y no solo peruano, es único.
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