Sobre Todas mis muertes
Ahora que se está discutiendo en varios weblogs sobre los alcances y las deficiencias de la crítica literaria publicada en medios locales, sorprende que un blogger haya entrado a tallar en el asunto cuando hace no muchos días este publicara una reseña - recogida de otro weblog- que encierra todas las taras de formación de alguien que quiera realizar una reseña no debe exhibir ni por asomo.
Cualquier persona que tenga un mínimo criterio se da cuenta que la reseña recogida termina mordiéndose la cola debido a la carencia de referentes en los que esta se sustenta, a la incapacidad del reseñista por encontrar puentes temáticos con tradición literaria alguna, y a la evidente mala leche que este tiene al querer atacar al autor a través de su libro. Basta echarle una mirada para ver un par de comments que encierran la estolidez y estrechez mental de quienes dejan sus opiniones y que nos dan una idea de lo que puede motivar la envidia. Y para rematarla, el blogger que la publicita dice que todo lo que se dice en ese weblog es dicho con “equilibrio y sin cortapisas”. Ni hablemos de la advertencia del blogger al informar que la novela descansa en su mesita de noche, “hasta el lunes, que la agarre”. Qué miedo.
También es menester acotar que el autor de la novela viene siendo veladamente atacado por ese blogger que ahora pretende darnos lecciones y luces del estado de la crítica literaria local; con qué cara, me pregunto; con qué cara, también se preguntan todos. Hay que tener en claro que toda postura crítica tiene que estar sustentada por una consecuencia moral, ¿la tiene ese blogger?, mmm, mejor me callo, no vaya a ser que salpiquen algunas piedritas.
Pues bien, la novela reseñada es Todas mis muertes, de Ezio Neyra Magagna. El reseñista Bruno Ortiz nos conmueve relatándonos cómo llegó a Todas mis muertes, tanta habrá sido la obsesión de este por la novela que la termina descalificando ni bien termina el primer párrafo. Y a continuación este nos regala sus “sesudas” apreciaciones divididas en Qué me gustó, Qué no me gustó y Qué me decepcionó. Pues bien, yo también haré lo mismo ya que a mí me han enseñado que lo bueno siempre hay que imitar, aunque por este caso especial, y para evitar supuestos contagios, solo me limitaré a dos de ellas.
Qué me gustó de esa reseña: En lugar de gustarme, esta me animó a cimentar aún más mi convicción en los alcances que tienen los weblogs hoy en día, a la variedad de temas que pueden encontrarse en ellos y a forjar espacios de opinión e información. Y pensar que conocí a un escritor desesperado que cada vez que me lo encontraba en el messenger no paraba de decirme que los weblogs peruanos dedicados al quehacer literario eran administrados por personas carentes de talento, que él nunca tendría uno, pero a los meses ese personaje acomplejado me envía un mensaje comunicándome que acaba de sacar un weblog. Me es difícil entender a quienes hacen esforzados alardes de oligofrenia.
Qué no me gustó de esa reseña: Varias cosas. Para empezar, el reseñista se vale de una asociación idiota que intentan ubicar a Todas mis muertes en relación a Pantaleón y las visitadoras, debido a que ambas novelas muestran soportes narrativos como lo son los artículos y cartas. Si Ortiz hubiese tenido la suerte de leer La verdad sobre el caso Sabolta, de Eduardo Mendoza, igual la hubiera citado por causa de su falta de formación, y difícil que Ortiz se de cuenta que TMM es, en gran medida, heredera de la tradición de la novela de aprendizaje mezclado con el género policial (¿alguien dijo Black Mask?).
Pero lo más saltante es que Bruno Ortiz pide desesperadamente que alguien le ayude a encontrar el sendero en el tema principal de la novela; pues bien, Bruno, te doy la primicia de que Todas mis muertes no tiene un solo tema principal, sino que tiene varios, y que estos están intercalados alrededor del afán de búsqueda existencial del protagonista, la misma que yace en la reflexión y la evocación, y ambas están conectadas con el tópico de la ausencia, que también se dejó ver en Habrá que hacer algo mientras tanto. No es tan difícil deducirlo.
Aún así, este cambalache no termina aquí ya que Bruno se apoya en lo que le advierte un tocayo suyo en relación a las incongruencias de la novela, y para ello, se vale de unos cuantos ejemplitos dignos de una evidente carencia de mediana comprensión de lectura, algo realmente insultante para alguien que se atreva a comentar libro alguno.
Sé que no existe novela perfecta. En lo personal me gustó Todas mis muertes, la trama es de por sí atrayente, te la lees de un buen tirón, cumple su cometido de tener enganchado al lector, pero ello no impide que niegue que esta muestra bajones en relación al trabajo de la psicología de sus personajes, y a una falta de verosimilitud en algunos sucesos narrados. Y como bien se sabe, la riqueza de cualquier texto está basada en las distintas opiniones que alrededor de él se dan, siempre y cuando se sea honesto en los comentarios, sin caer en la mala leche.
Como muestra de distintas opiniones alrededor de Todas mis muertes les dejo un par de reseñas: la de Javier Ágreda y la de Edwin Chávez.
Cualquier persona que tenga un mínimo criterio se da cuenta que la reseña recogida termina mordiéndose la cola debido a la carencia de referentes en los que esta se sustenta, a la incapacidad del reseñista por encontrar puentes temáticos con tradición literaria alguna, y a la evidente mala leche que este tiene al querer atacar al autor a través de su libro. Basta echarle una mirada para ver un par de comments que encierran la estolidez y estrechez mental de quienes dejan sus opiniones y que nos dan una idea de lo que puede motivar la envidia. Y para rematarla, el blogger que la publicita dice que todo lo que se dice en ese weblog es dicho con “equilibrio y sin cortapisas”. Ni hablemos de la advertencia del blogger al informar que la novela descansa en su mesita de noche, “hasta el lunes, que la agarre”. Qué miedo.
También es menester acotar que el autor de la novela viene siendo veladamente atacado por ese blogger que ahora pretende darnos lecciones y luces del estado de la crítica literaria local; con qué cara, me pregunto; con qué cara, también se preguntan todos. Hay que tener en claro que toda postura crítica tiene que estar sustentada por una consecuencia moral, ¿la tiene ese blogger?, mmm, mejor me callo, no vaya a ser que salpiquen algunas piedritas.
Pues bien, la novela reseñada es Todas mis muertes, de Ezio Neyra Magagna. El reseñista Bruno Ortiz nos conmueve relatándonos cómo llegó a Todas mis muertes, tanta habrá sido la obsesión de este por la novela que la termina descalificando ni bien termina el primer párrafo. Y a continuación este nos regala sus “sesudas” apreciaciones divididas en Qué me gustó, Qué no me gustó y Qué me decepcionó. Pues bien, yo también haré lo mismo ya que a mí me han enseñado que lo bueno siempre hay que imitar, aunque por este caso especial, y para evitar supuestos contagios, solo me limitaré a dos de ellas.
Qué me gustó de esa reseña: En lugar de gustarme, esta me animó a cimentar aún más mi convicción en los alcances que tienen los weblogs hoy en día, a la variedad de temas que pueden encontrarse en ellos y a forjar espacios de opinión e información. Y pensar que conocí a un escritor desesperado que cada vez que me lo encontraba en el messenger no paraba de decirme que los weblogs peruanos dedicados al quehacer literario eran administrados por personas carentes de talento, que él nunca tendría uno, pero a los meses ese personaje acomplejado me envía un mensaje comunicándome que acaba de sacar un weblog. Me es difícil entender a quienes hacen esforzados alardes de oligofrenia.
Qué no me gustó de esa reseña: Varias cosas. Para empezar, el reseñista se vale de una asociación idiota que intentan ubicar a Todas mis muertes en relación a Pantaleón y las visitadoras, debido a que ambas novelas muestran soportes narrativos como lo son los artículos y cartas. Si Ortiz hubiese tenido la suerte de leer La verdad sobre el caso Sabolta, de Eduardo Mendoza, igual la hubiera citado por causa de su falta de formación, y difícil que Ortiz se de cuenta que TMM es, en gran medida, heredera de la tradición de la novela de aprendizaje mezclado con el género policial (¿alguien dijo Black Mask?).
Pero lo más saltante es que Bruno Ortiz pide desesperadamente que alguien le ayude a encontrar el sendero en el tema principal de la novela; pues bien, Bruno, te doy la primicia de que Todas mis muertes no tiene un solo tema principal, sino que tiene varios, y que estos están intercalados alrededor del afán de búsqueda existencial del protagonista, la misma que yace en la reflexión y la evocación, y ambas están conectadas con el tópico de la ausencia, que también se dejó ver en Habrá que hacer algo mientras tanto. No es tan difícil deducirlo.
Aún así, este cambalache no termina aquí ya que Bruno se apoya en lo que le advierte un tocayo suyo en relación a las incongruencias de la novela, y para ello, se vale de unos cuantos ejemplitos dignos de una evidente carencia de mediana comprensión de lectura, algo realmente insultante para alguien que se atreva a comentar libro alguno.
Sé que no existe novela perfecta. En lo personal me gustó Todas mis muertes, la trama es de por sí atrayente, te la lees de un buen tirón, cumple su cometido de tener enganchado al lector, pero ello no impide que niegue que esta muestra bajones en relación al trabajo de la psicología de sus personajes, y a una falta de verosimilitud en algunos sucesos narrados. Y como bien se sabe, la riqueza de cualquier texto está basada en las distintas opiniones que alrededor de él se dan, siempre y cuando se sea honesto en los comentarios, sin caer en la mala leche.
Como muestra de distintas opiniones alrededor de Todas mis muertes les dejo un par de reseñas: la de Javier Ágreda y la de Edwin Chávez.
2 Comentarios:
La única incapacidad es la vuestra, estimado Ruiz, que chapotea con su ignorancia y osadia, cual rebelde "oligofrénico".
Usted critica a los reseñistas por " su carencia de referentes" o "la incapacidad (...) por encontrar puentes temáticos con tradición literaria alguna". Ergo, una critica seria depende de la cantidad de información externa
(escritores, corrientes, movimientos, fetiches) que acumule. Lamento decirle, que aquella critica, que usted encarna en su perfección mas risible, es una oda al subterfugio. Esconder la falta de sensibilidad, de intuiciones, de talento como lector, de rigurosidad, amparándose en una andanada torpe y mal escrita de esquemas y referentes obtenidos en google, sin mayor juicio o dicernimiento critico que "la trama es de por sí atrayente", o la "mala leche" no es lamentable, es ridículo. Lamentablemente algunos escriben reseñas imitando el léxico y la quimbosidad sintáctica de nuestros mas preclaros futbolistas.
Suyo
EC.
Estimado "innombrable", me alegra que te des una vuelta de vez en cuando por La fortaleza de la soledad. No te diré nada porque no me pico por huevadas. Pero hay algo que me llama profundamente la atenciòn, no sé, será un error mío ¿pero tu segundo nombre no era John?, sácame de esa duda, pero eso sí, estimado "anónimo", no esperes premio alguno.
Gabrielito.
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