Por siempre Simenon
No recuerdo si en LFDLS habré escrito sobre Georges Simenon (1903 – 1989). Si no es así, esta es una oportunidad inigualable, la cual no nace de la nada, porque a causa del “ordenamiento” inevitable en el que sumerjo en este mes signado por los saludos impostados y sonrisas forzadas, me topé con siete novelitas protagonizadas por el comisario Maigret, presente en más de cuatrocientas novelitas de bolsillo del prolífico escritor belga.
Sensación rara la de encontrarme con estas novelitas, puesto que estaban escondidas en la sección Chauchilla de mi biblioteca, la cual voy a desaparecer a lo Pepe Carvalho para llenarla con las novelas de valía que desde hace semanas me piden ocupar esos anaqueles para mostrar sus lomos, tal y como ocurre con la deslumbrante EL SINDICATO DE POLICÍA YIDDISH de Michael Chabon.
Obviamente no he leído toda la saga del comisario Maigret, a mucha honra puedo afirmar que llego a los sesenta títulos. Por más que este personaje sea recurrente, es necesario resaltar que Simenon jamás ha caído en la repetición de temas, en cada título su comisario muta, da todo de sí con tal de resolver un caso, sin importar que en el proceso de la investigación queden expuestas todas sus miserias humanas.
De las siete novelas encontradas injustamente en la sección Chauchilla, cogí una al azar. Es así que, en la soleada tarde del domingo con sabor a cerveza fría en lata, releí LA MUERTE DEL SEÑOR GALLET. Ciento cincuenta y cinco páginas que me quitaron la resaca que arrastraba desde la madrugada del viernes
LMDSC es una novela policial menor, pero tiene todo lo que busco de las novelas de este género. No me refiero a una buena trama, ni mucho menos a chorros de sangre. Quien reduzca a estas características a las novelas policiales, pues simplemente o no ha leído policiales o las ha leído tremendamente mal. Lo que me fascina de Simenon es la capacidad para mostrarnos el rico tejido de interacción entre sus personajes, plasmando con sugerencia la sublime y abyecta fisonomía moral de los mismos.
En parte, solo en parte, LMDSC me hizo recordar a una de las mejores novelas del autor, EL HOMBRE QUE MIRABA PASAR LOS TRENES. Aún así, esta vez el legendario comisario la ve, literalmente, negra; acaba de salir de un caso que le ha demandado más de tres meses de intenso trabajo, y recibe la noticia que el viajante de comercio Emilio Gallet ha aparecido asesinado en el Hotel del Loire de Sancerre. Y pudiendo tomarse un merecido descanso, se hace cargo del asunto. Lo primero que hace es ir donde la esposa del asesinado. Es a partir de la primera conversación con la horrible cincuentona señora Gallet que él presiente que la investigación puede salírsele de las manos, puesto que ella no cree en la nefasta noticia que el comisario le comunica, ya que ella justo acababa de recibir una postal de su marido, pero desde la ciudad de Rouen, fechada en el mismo día que este fue asesinado. Maigret no tarda en descubrir que E. Gallet es un hombre que ha cargado por más de dieciocho años con una doble vida, y que la “fachada” que proyectaba hacia los demás le había traído una serie de enemigos a quienes les convenía matarlo cuanto antes.
En esta novela sobre la identidad en conflicto, para el observador comisario Maigret, antes de tomar nota de los testimonios que conocieron a Gallet, le es más importante guiarse por los detalles en sus interrogados (gestos, miradas, parpadeos) y sus involuntarias incoherencias, lo que le sirve para descubrir que el asesinato de quien vivió engañándose toda la vida está más que justificado.
Como suele ocurrir con la gran mayoría de novelas protagonizadas por Maigret, esta no se encuentra libre de la caída que siempre se le ha achacado al autor: el desenlace apurado, que no solo atenta contra la lógica del argumento, sino también con el ritmo de la narración. Es conocido que Simenon escribía estas novelas a razón de una por cada quince días, no hacía uso del reposo idóneo que toda novela debe tener antes de una nueva revisión; empero, estas lograban meterse de lleno en el imaginario del lector, haciendo gala del hechizo conferido solamente a los grandes.
El tiempo ha colocado a Simenon en el lugar que merece. No se le puede mezquinar por el hecho de haber sido un escritor de Best Sellers. Como bien señaló el autor de CIEN AÑOS DE SOLEDAD: “Simenon es uno de los más grandes escritores del siglo XX”. Totalmente cierto. Simenon fue el Dumas del policial, recogió del autor francés la rica herencia del folletín decimonónico. Escribía para que lo lean.
Imagen, Georges Simenon
Sensación rara la de encontrarme con estas novelitas, puesto que estaban escondidas en la sección Chauchilla de mi biblioteca, la cual voy a desaparecer a lo Pepe Carvalho para llenarla con las novelas de valía que desde hace semanas me piden ocupar esos anaqueles para mostrar sus lomos, tal y como ocurre con la deslumbrante EL SINDICATO DE POLICÍA YIDDISH de Michael Chabon.
Obviamente no he leído toda la saga del comisario Maigret, a mucha honra puedo afirmar que llego a los sesenta títulos. Por más que este personaje sea recurrente, es necesario resaltar que Simenon jamás ha caído en la repetición de temas, en cada título su comisario muta, da todo de sí con tal de resolver un caso, sin importar que en el proceso de la investigación queden expuestas todas sus miserias humanas.
De las siete novelas encontradas injustamente en la sección Chauchilla, cogí una al azar. Es así que, en la soleada tarde del domingo con sabor a cerveza fría en lata, releí LA MUERTE DEL SEÑOR GALLET. Ciento cincuenta y cinco páginas que me quitaron la resaca que arrastraba desde la madrugada del viernes
LMDSC es una novela policial menor, pero tiene todo lo que busco de las novelas de este género. No me refiero a una buena trama, ni mucho menos a chorros de sangre. Quien reduzca a estas características a las novelas policiales, pues simplemente o no ha leído policiales o las ha leído tremendamente mal. Lo que me fascina de Simenon es la capacidad para mostrarnos el rico tejido de interacción entre sus personajes, plasmando con sugerencia la sublime y abyecta fisonomía moral de los mismos.
En parte, solo en parte, LMDSC me hizo recordar a una de las mejores novelas del autor, EL HOMBRE QUE MIRABA PASAR LOS TRENES. Aún así, esta vez el legendario comisario la ve, literalmente, negra; acaba de salir de un caso que le ha demandado más de tres meses de intenso trabajo, y recibe la noticia que el viajante de comercio Emilio Gallet ha aparecido asesinado en el Hotel del Loire de Sancerre. Y pudiendo tomarse un merecido descanso, se hace cargo del asunto. Lo primero que hace es ir donde la esposa del asesinado. Es a partir de la primera conversación con la horrible cincuentona señora Gallet que él presiente que la investigación puede salírsele de las manos, puesto que ella no cree en la nefasta noticia que el comisario le comunica, ya que ella justo acababa de recibir una postal de su marido, pero desde la ciudad de Rouen, fechada en el mismo día que este fue asesinado. Maigret no tarda en descubrir que E. Gallet es un hombre que ha cargado por más de dieciocho años con una doble vida, y que la “fachada” que proyectaba hacia los demás le había traído una serie de enemigos a quienes les convenía matarlo cuanto antes.
En esta novela sobre la identidad en conflicto, para el observador comisario Maigret, antes de tomar nota de los testimonios que conocieron a Gallet, le es más importante guiarse por los detalles en sus interrogados (gestos, miradas, parpadeos) y sus involuntarias incoherencias, lo que le sirve para descubrir que el asesinato de quien vivió engañándose toda la vida está más que justificado.
Como suele ocurrir con la gran mayoría de novelas protagonizadas por Maigret, esta no se encuentra libre de la caída que siempre se le ha achacado al autor: el desenlace apurado, que no solo atenta contra la lógica del argumento, sino también con el ritmo de la narración. Es conocido que Simenon escribía estas novelas a razón de una por cada quince días, no hacía uso del reposo idóneo que toda novela debe tener antes de una nueva revisión; empero, estas lograban meterse de lleno en el imaginario del lector, haciendo gala del hechizo conferido solamente a los grandes.
El tiempo ha colocado a Simenon en el lugar que merece. No se le puede mezquinar por el hecho de haber sido un escritor de Best Sellers. Como bien señaló el autor de CIEN AÑOS DE SOLEDAD: “Simenon es uno de los más grandes escritores del siglo XX”. Totalmente cierto. Simenon fue el Dumas del policial, recogió del autor francés la rica herencia del folletín decimonónico. Escribía para que lo lean.
Imagen, Georges Simenon
(Actualización 17.12. 08. Revuelta Editores: aprovecho el post para darles el dato de la existencia del blog Revuelta Editores - Prensa. En dicho blog iré subiendo las reseñas, entrevistas y textos que den cuenta de las publicaciones de la editorial. Por el momento, vengo posteando (con su respectivo enlace) las que se encuentran en la web. En el último post pueden leer el texto de presentación de Fernando Ampuero sobre la novela LA LÍNEA EN MEDIO DEL CIELO, el cual apareció originalmente en la web chilena Proyecto Patrimonio.
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