"los diarios de Emilio Renzi - años de formación"
No tengo duda alguna de que este el
mejor libro en español que he leído este 2015. Aunque para ser francos, no ha
sido un año generoso en títulos
imprescindibles. Quien lo afirme, pues ya ha sido absorbido por la demagogia y
la mentira editorial. Los diarios de
Emilio Renzi – Años de formación es una lectura obligada para todo aquel
que se precie de lector. Su autor, el escritor argentino Ricardo Piglia, como
bien sabemos, es dueño de una obra rica en epifanías que desde hace dos décadas
viene marcando un magisterio narrativo en no pocos narradores
hispanoamericanos.
Serán tres tomos los que conformen la
publicación de los ya míticos diarios de Piglia. En este primer tomo accedemos
a los inicios de su proyecto, de 1957 a 1967. Obviamente, hablamos de una selección
y quizá de una posible y entendible reescritura de los mismos, que nos
presentan a un Piglia joven y curioso, al que por sobre todas las cosas le
interesa formarse como escritor, forjando en el transcurso de los años un canon
personal de libros y autores. A saber, no resulta gratuita su fascinación por
el laconismo y la elipsis, prefiriendo a Hemingway en lugar de Faulkner. En
este aspecto, vemos que el autor no se dejaba guiar por la influencia dominante.
Si entre sus gustos no se ubicaba Faulkner, no era porque no lo entendiera, en
absoluto, sino que su desapego partía del principio que lo conocía a cabalidad,
como pocos compañeros generacionales y muchos escritores cuajados y obnubilados
con el norteamericano. Piglia iba por otro lado, hacia otra búsqueda, asumiendo
la vida bajo como una esponja, es decir, nutriéndose no solo intelectivamente,
sino también en experiencia de vida. Lo mismo podríamos decir de su afición por
el cine. Tanto en la experiencia de la lectura y como espectador, Piglia se
muestra como un cuestionador permanente, en tajante postura política, muy
acorde con el contexto de la época en la que un intelectual o creador debía
apostar por un discurso ideológico. Y en lo anecdótico, aunque no menos
revelador, nos encontramos con un hombre entregado a la búsqueda involuntaria
de mujeres casadas, que no es más que una puesta en bandeja de sus zonas
oscuras, por ello, humanas y lejanas de adorno. En este aspecto, quizá más de
uno podría conferirle una lectura frívola, mas no es así, sino más bien es un
muestreo de sus miserias, porque ni en su faceta de conquistador de mujeres
casadas se pinta como ganador. Pero lo que más nos interesa, y no solo a los
seguidores y conocedores de su obra, es ver desde un lugar privilegiado las cuitas
y plenitudes de un joven que se encuentra y justifica a sí mismo en la
experiencia de la escritura.
En este primer volumen frecuentamos las
temáticas y búsquedas formales que desarrollaría después en su obra de ficción.
Por esta razón, me aúno a los comentarios que han señalado esta característica.
Pero lo que también debería señalarse como cualidad es la trastienda que los
diarios significan en la obra crítica del autor. A la fecha, nadie puede negar la
solvencia y proyección de su vena crítica, que al igual que en su creación, ha
marcado también una pauta en la crítica literaria. No olvidemos que si no fuera
por él, hay que ser justos, autores como Roberto Arlt no hubieran conseguido los
lectores y seguidores que sí tienen hoy por hoy. Afianzamos la impresión del espíritu
crítico de Piglia, canalizado por su voracidad lectora y conocimiento de la
tradición, formación teórica, pautadas, sí, y como ya se señaló, por su
ideología política de izquierda, rasgos que podemos notar como una marca de
agua en obras imprescindibles (o cimas) como Formas breves, Crítica y
ficción y El último lector.
No nos debería extrañar que el registro
del diario haya sido el ideal para plasmar y canalizar el nervio verbal de un
joven por demás indignado y al que le fastidiaba sobremanera la exposición
pública, con mayor cuando empezaba a recibir elogios por sus textos publicados
en revistas. Solo en el registro del diario Piglia podía llamarse Emilio Renzi,
tensando de esta forma su realidad inmediata e íntima en pos de la libertad a
alcanzar en la escritura.
Años
de formación
es la primera prueba de su legitimidad alcanzada desde hace mucho tiempo, legitimidad
tanto en lo literario como en lo moral (llámale consecuencia). Felizmente, sus
lectores tendrán en adelante dos pruebas más.
…
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