viernes, enero 08, 2016

"los diarios de Emilio Renzi - años de formación"

No tengo duda alguna de que este el mejor libro en español que he leído este 2015. Aunque para ser francos, no ha sido un año  generoso en títulos imprescindibles. Quien lo afirme, pues ya ha sido absorbido por la demagogia y la mentira editorial. Los diarios de Emilio Renzi – Años de formación es una lectura obligada para todo aquel que se precie de lector. Su autor, el escritor argentino Ricardo Piglia, como bien sabemos, es dueño de una obra rica en epifanías que desde hace dos décadas viene marcando un magisterio narrativo en no pocos narradores hispanoamericanos. 
Serán tres tomos los que conformen la publicación de los ya míticos diarios de Piglia. En este primer tomo accedemos a los inicios de su proyecto, de 1957 a 1967. Obviamente, hablamos de una selección y quizá de una posible y entendible reescritura de los mismos, que nos presentan a un Piglia joven y curioso, al que por sobre todas las cosas le interesa formarse como escritor, forjando en el transcurso de los años un canon personal de libros y autores. A saber, no resulta gratuita su fascinación por el laconismo y la elipsis, prefiriendo a Hemingway en lugar de Faulkner. En este aspecto, vemos que el autor no se dejaba guiar por la influencia dominante. Si entre sus gustos no se ubicaba Faulkner, no era porque no lo entendiera, en absoluto, sino que su desapego partía del principio que lo conocía a cabalidad, como pocos compañeros generacionales y muchos escritores cuajados y obnubilados con el norteamericano. Piglia iba por otro lado, hacia otra búsqueda, asumiendo la vida bajo como una esponja, es decir, nutriéndose no solo intelectivamente, sino también en experiencia de vida. Lo mismo podríamos decir de su afición por el cine. Tanto en la experiencia de la lectura y como espectador, Piglia se muestra como un cuestionador permanente, en tajante postura política, muy acorde con el contexto de la época en la que un intelectual o creador debía apostar por un discurso ideológico. Y en lo anecdótico, aunque no menos revelador, nos encontramos con un hombre entregado a la búsqueda involuntaria de mujeres casadas, que no es más que una puesta en bandeja de sus zonas oscuras, por ello, humanas y lejanas de adorno. En este aspecto, quizá más de uno podría conferirle una lectura frívola, mas no es así, sino más bien es un muestreo de sus miserias, porque ni en su faceta de conquistador de mujeres casadas se pinta como ganador. Pero lo que más nos interesa, y no solo a los seguidores y conocedores de su obra, es ver desde un lugar privilegiado las cuitas y plenitudes de un joven que se encuentra y justifica a sí mismo en la experiencia de la escritura. 
En este primer volumen frecuentamos las temáticas y búsquedas formales que desarrollaría después en su obra de ficción. Por esta razón, me aúno a los comentarios que han señalado esta característica. Pero lo que también debería señalarse como cualidad es la trastienda que los diarios significan en la obra crítica del autor. A la fecha, nadie puede negar la solvencia y proyección de su vena crítica, que al igual que en su creación, ha marcado también una pauta en la crítica literaria. No olvidemos que si no fuera por él, hay que ser justos, autores como Roberto Arlt no hubieran conseguido los lectores y seguidores que sí tienen hoy por hoy. Afianzamos la impresión del espíritu crítico de Piglia, canalizado por su voracidad lectora y conocimiento de la tradición, formación teórica, pautadas, sí, y como ya se señaló, por su ideología política de izquierda, rasgos que podemos notar como una marca de agua en obras imprescindibles (o cimas) como Formas breves, Crítica y ficción y El último lector
No nos debería extrañar que el registro del diario haya sido el ideal para plasmar y canalizar el nervio verbal de un joven por demás indignado y al que le fastidiaba sobremanera la exposición pública, con mayor cuando empezaba a recibir elogios por sus textos publicados en revistas. Solo en el registro del diario Piglia podía llamarse Emilio Renzi, tensando de esta forma su realidad inmediata e íntima en pos de la libertad a alcanzar en la escritura. 
Años de formación es la primera prueba de su legitimidad alcanzada desde hace mucho tiempo, legitimidad tanto en lo literario como en lo moral (llámale consecuencia). Felizmente, sus lectores tendrán en adelante dos pruebas más. 

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Publicado en EBL

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