los indecisos
En los últimos días he venido escuchando
sobre la zamaqueada de Keiko a PPK en el debate del pasado domingo.
No sé qué debate vi.
Lo que sí vi fue a un tipo sin carácter
y una mujer que asumió el debate como si estuviera en una pelea de callejón,
pelea en la que imperan las bajezas y mentiras, el adjetivo barato antes que la
argumentación de ideas.
Obvio, a PPK le faltó más carácter. Ser
más enérgico, si es que nos ponemos al nivel de los que creen que un debate
debe ser un intercambio de bajezas.
Sin ofender, pero las bajeza es lo que
le gusta a la mayoría de peruanos. La criollada, nuestra marca mayor de nuestra
identidad nacional, el cochineo como sucedáneo de la inteligencia.
No es que uno quiera ser ofensivo, pero
los estudios de campo y la experiencia personal lo demuestran.
Basta ver a los seguidores de Keiko para
saber qué tipo de personas son las que apuestan por ella.
¿Acaso culpa del sistema? ¿Acaso culpa
de una derecha preocupada en el bolsillo y una izquierda demagógica y racista?
¿Acaso la implosión de todas estas cosas que ha impedido que en quince años no
se haya hecho nada contra el pragmatismo del discurso fujimorista, que viéndolo
en objetividad, es muy fácil de taladrar, pero con tiempo y paulatinamente, no
en un mes ni en dos semanas?
Ajá. El apoyo a Keiko viene por cuenta
de la población más ignorante. ¿Cómo se combate ese apoyo?, me lo preguntó una
amiga ayer en la tarde. La respuesta es muy fácil: con educación y cultura. Con
eso. No hay más secreto que buscar o inventar.
Nos enfrentamos a un fenómeno que espero
quiebre la demagogia de los que ostentan una supuesta superioridad moral,
fenómeno que a todos juntos nos motive a la acción: a creer, pero en serio y en
la práctica, en el poder de la cultura y educación para curar y sanar a una
nación. Uno no puede dejar de sorprenderse por la sarta de mentiras de la
señora Fujimori, obviamente, no nos sorprenden las mentiras del fujimorismo,
pero ese escepticismo, ahora lo vemos, poco o nada ha hecho para detener este
putrefacto sentimiento naranja. La realidad política actual es una patada en
los huevos a la dejadez de los llamados peruanos pensantes.
Pero en estos momentos no vale pensar en
esta dejadez.
Menos en esperar el desahuevamiento de
PPK.
Lo que sí interesa, y ahora, es apuntar
a los indecisos, que forman un voto a considerar teniendo en cuenta la corta
diferencia entre Keiko y PPK. Los
indecisos sí contribuirían a salvar, y por última vez, a este país. Mas
ese convencimiento a los indecisos no debe venir por vía del equipo de Peruanos
por el Kambio, ni hablar, sino por todos aquellos que no queremos que el
fujimorato se instale por segunda vez, es decir, llevando adelante una tarea de
convencimiento en nuestras familias, amigos y compañeros de trabajo.
Por lo general, suelo ser muy pesimista.
Y en contra de la sensación común de los
peruanos que atisban el regreso del horror, guardo mucha esperanza en que las
cosas vayan a cambiar por el bien de este país, que pese a hacer los
suficientes méritos para tener los presidentes que merece, no merece convertirse
en un narcoestado.
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