"un vaso de cólera"
Más de una vez he pensado en la seria
responsabilidad que existe entre los lectores, editores, escritores, literatos,
agentes, libreros, distribuidores y demás partícipe del circuito de aquello que
llamamos Mundo del libro en relación a lo poco o casi nada que conocemos de la
cultura brasileña, en especial, ya que estamos en el tópico que nos reúne, de
lo poco que hemos hecho para saber en qué va su literatura más allá de lo que
conocemos de ella. Este pensamiento, no lo vamos a negar, por momentos
demagógico, no ha sido ajeno a un espíritu de indignación que se refocila en la
queja sin brindar la más mínima solución. Claro, podría decirse que hay una
separación lingüística que hace imposible que podamos conocer más de lo que ya
conocemos, que nos imposibilita saber más allá de su fútbol y sus carnavales.
Esta dejadez no solo afecta a la
difusión de los discursos literarios de dicho país, sino también se manifiesta
en sus artes plásticas, su cine y demás expresión de su galaxia cultural. Por
ello, si desconocemos lo “mayor”, resulta casi imposible conocer lo “escondido”,
y centrándonos en el espectro literario, nos encontramos muy alejados de aquellos
autores que gozan del reconocimiento de los llamados entendidos, o, mejor
dicho, de los lectores que van a la búsqueda de poéticas que requieren de lectores
no solo informados, sino también muy cuajados en la experiencia de la lectura.
Por esta razón, no es menos gratificante
leer a uno de los más grandes narradores brasileños del Siglo XX, a quien solo
le bastó tres libros para ser considerado como uno de los pilares de la
tradición narrativa a la que pertenece. Nos referimos pues a Raduan Nassar (Pindorama,
1935), nombre que a más de uno le debe sonar por primera vez, o por la
sonoridad de su apellido, como una voz árabe, que en la brevedad de su
propuesta ha podido desplegar una serie de epifanías que se descansan en la
fuerza poética de su prosa como en el tratamiento de sus temas, tal y como lo
podemos ver en esta novela corta que nos reúne: Un vaso de cólera (Sexto Piso, 2016; y publicada en 1978), que
también deberíamos considerar como un triunfo editorial, que nos fortalece la
esperanza de saber que aún existen estupendos lectores que editan y que salen a
buscar/rescatar autores de otras tradiciones literarias.
Esta es la primera novela a la que
tenemos acceso y no podemos dejar de sentirnos más que satisfechos por el viaje
que nos ofrece Nassar. En estas páginas se impone la médula que sustenta y
justifica el prestigio del autor en la crítica literaria brasileña. Como toda
novela corta que se precie de tal, se perenniza desde sus primeras frases, no
hallamos elementos temáticos que queden en el aire, pero la perfección formal
no es su mérito. Un narrador como Nassar no se puede conformar con las leyes de
la relojería narrativa, o sea, la contención temática al servicio de la
historia. Al respecto, debemos señalar que estas reglas clásicas de la novela
corta han sido y vienen siendo pésimamente asumidas por más de un escritor
latinoamericano actual al considerar a la novela corta como una aventura fácil,
cuando de fácil no tiene absolutamente nada.
Nassar, en primer lugar, se vale de una
prosa que se alimenta de un aliento poético que corre en densidad, aliento
denso que erotiza la atmósfera de lo que nos relata: la crisis de una pareja en
el marco de un par de días, una crisis que deviene en una violencia
esencialmente verbal en la que el objetivo es destruir a la mujer. El hombre,
que ha guardado su furia durante un tiempo no especificado, aprovecha los
momentos de la cotidianidad, arremetiendo en los espacios de interacción de las
parejas, como en la cama y en la ducha; sin embargo la mujer, en su aparente
debilidad como receptora de las invectivas, se hace fuerte en la provocación, en
la palabra o el gesto que alteran al hombre que la quiere desvanecer en la
humillación.
Pero Nassar no se conforma con este
nivel temático. La crisis sentimental de esta pareja no es suficiente. En los
discursos cruzados de los amantes, pone en bandeja otros discursos en patente
diálogo con la historia, la actualidad el mundo y la identidad existencial.
Nassar nos presenta por medio de esta pareja una metáfora de su visión del
mundo, un mundo que persigue la adoración a costa de la desaparición del “otro”.
Un
vaso de cólera
no solo es una obra maestra en la tradición de la novela corta, es también un
ejemplo tajante de las posibilidades que depara el género siempre y cuando se
le asuma con respeto y riesgo. Pero ante todo, y lo que nos interesa destacar,
es que estamos ante una imprescindible puerta de ingreso a la poética de un
extraordinario narrador que todo aquel que se precie de lector cuajado debe
leer. Además, es la primera vez que se traduce la novela al castellano y la
traducción viene por cuenta del escritor mexicano Juan Pablo Villalobos, que ha
sabido recoger el ánimo literario de Nassar y esto, bajo ninguna circunstancia,
es poca cosa. Hay que ser dueño de un inquebrantable oficio y poseer un
conocimiento de las posibilidades de la lengua madre para traducir a Nassar.
1 Comentarios:
Algún esfuerzo por establecer un puente con la cultura brasileña lo ha hecho y hace Óscar Limache, creo que se le debió mencionar en este post, aunque sea de refilón.
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