jueves, mayo 19, 2016

"un vaso de cólera"

Más de una vez he pensado en la seria responsabilidad que existe entre los lectores, editores, escritores, literatos, agentes, libreros, distribuidores y demás partícipe del circuito de aquello que llamamos Mundo del libro en relación a lo poco o casi nada que conocemos de la cultura brasileña, en especial, ya que estamos en el tópico que nos reúne, de lo poco que hemos hecho para saber en qué va su literatura más allá de lo que conocemos de ella. Este pensamiento, no lo vamos a negar, por momentos demagógico, no ha sido ajeno a un espíritu de indignación que se refocila en la queja sin brindar la más mínima solución. Claro, podría decirse que hay una separación lingüística que hace imposible que podamos conocer más de lo que ya conocemos, que nos imposibilita saber más allá de su fútbol y sus carnavales.
Esta dejadez no solo afecta a la difusión de los discursos literarios de dicho país, sino también se manifiesta en sus artes plásticas, su cine y demás expresión de su galaxia cultural. Por ello, si desconocemos lo “mayor”, resulta casi imposible conocer lo “escondido”, y centrándonos en el espectro literario, nos encontramos muy alejados de aquellos autores que gozan del reconocimiento de los llamados entendidos, o, mejor dicho, de los lectores que van a la búsqueda de poéticas que requieren de lectores no solo informados, sino también muy cuajados en la experiencia de la lectura.
Por esta razón, no es menos gratificante leer a uno de los más grandes narradores brasileños del Siglo XX, a quien solo le bastó tres libros para ser considerado como uno de los pilares de la tradición narrativa a la que pertenece. Nos referimos pues a Raduan Nassar (Pindorama, 1935), nombre que a más de uno le debe sonar por primera vez, o por la sonoridad de su apellido, como una voz árabe, que en la brevedad de su propuesta ha podido desplegar una serie de epifanías que se descansan en la fuerza poética de su prosa como en el tratamiento de sus temas, tal y como lo podemos ver en esta novela corta que nos reúne: Un vaso de cólera (Sexto Piso, 2016; y publicada en 1978), que también deberíamos considerar como un triunfo editorial, que nos fortalece la esperanza de saber que aún existen estupendos lectores que editan y que salen a buscar/rescatar autores de otras tradiciones literarias.
Esta es la primera novela a la que tenemos acceso y no podemos dejar de sentirnos más que satisfechos por el viaje que nos ofrece Nassar. En estas páginas se impone la médula que sustenta y justifica el prestigio del autor en la crítica literaria brasileña. Como toda novela corta que se precie de tal, se perenniza desde sus primeras frases, no hallamos elementos temáticos que queden en el aire, pero la perfección formal no es su mérito. Un narrador como Nassar no se puede conformar con las leyes de la relojería narrativa, o sea, la contención temática al servicio de la historia. Al respecto, debemos señalar que estas reglas clásicas de la novela corta han sido y vienen siendo pésimamente asumidas por más de un escritor latinoamericano actual al considerar a la novela corta como una aventura fácil, cuando de fácil no tiene absolutamente nada.
Nassar, en primer lugar, se vale de una prosa que se alimenta de un aliento poético que corre en densidad, aliento denso que erotiza la atmósfera de lo que nos relata: la crisis de una pareja en el marco de un par de días, una crisis que deviene en una violencia esencialmente verbal en la que el objetivo es destruir a la mujer. El hombre, que ha guardado su furia durante un tiempo no especificado, aprovecha los momentos de la cotidianidad, arremetiendo en los espacios de interacción de las parejas, como en la cama y en la ducha; sin embargo la mujer, en su aparente debilidad como receptora de las invectivas, se hace fuerte en la provocación, en la palabra o el gesto que alteran al hombre que la quiere desvanecer en la humillación.
Pero Nassar no se conforma con este nivel temático. La crisis sentimental de esta pareja no es suficiente. En los discursos cruzados de los amantes, pone en bandeja otros discursos en patente diálogo con la historia, la actualidad el mundo y la identidad existencial. Nassar nos presenta por medio de esta pareja una metáfora de su visión del mundo, un mundo que persigue la adoración a costa de la desaparición del “otro”. 
Un vaso de cólera no solo es una obra maestra en la tradición de la novela corta, es también un ejemplo tajante de las posibilidades que depara el género siempre y cuando se le asuma con respeto y riesgo. Pero ante todo, y lo que nos interesa destacar, es que estamos ante una imprescindible puerta de ingreso a la poética de un extraordinario narrador que todo aquel que se precie de lector cuajado debe leer. Además, es la primera vez que se traduce la novela al castellano y la traducción viene por cuenta del escritor mexicano Juan Pablo Villalobos, que ha sabido recoger el ánimo literario de Nassar y esto, bajo ninguna circunstancia, es poca cosa. Hay que ser dueño de un inquebrantable oficio y poseer un conocimiento de las posibilidades de la lengua madre para traducir a Nassar. 

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Algún esfuerzo por establecer un puente con la cultura brasileña lo ha hecho y hace Óscar Limache, creo que se le debió mencionar en este post, aunque sea de refilón.

12:06 p.m.  

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